Boris Johnson suspende su fiesta nupcial prevista en una residencia oficial

Johnson anunció el jueves su dimisión como líder de los 'tories', pero seguirá como primer ministro interino hasta que los conservadores elijan a su sustituto. Su intención pasa por permanecer activo hasta septiembre -octubre, incluso-, así que hasta entonces mantendrá todos los privilegios del cargo, incluido el acceso a cualquier dependencia oficial.

Tras conocerse los planes del matrimonio, la indignación se propagó. La oposición en bloque cargó contra el mandatario por atrincherarse en el poder «a toda costa» para seguir gozando de sus ventajas. La 'número dos' del Partido Laborista, Angela Rayner, lo afirmó sin tapujos. «Johnson quiere quedarse a la espera de una fiesta en Chequers para celebrar su reciente boda». La reacción de Downing Street no se hizo esperar. Fuentes gubernamentales indicaron a la BBC que no había «nada firmado al cien por cien» y que, en cualquier caso, la fiesta tendrá lugar en otro escenario. Privado, se entiende.

Este último episodio ha cobrado mayor relevancia, si cabe, por la conexión inevitable con el escándalo del 'partygate', las juergas con alcohol que miembros del Gabinete celebraron en la residencia oficial del primer ministro durante la pandemia, incumpliendo las restricciones sanitarias impuestas a la población por el propio Ejecutivo. Aquello, cuando trascendió, no tumbó a Johnson. Pero, sin duda, sentó los cimientos de su final.