beatriz juez
París
Viernes, 9 de diciembre 2022, 17:45
La primera ministra francesa, Élisabeth Borne, dio este viernes en París el pistoletazo de salida a la Convención Ciudadana sobre el Fin de la Vida, cuyos debates podrían abrir la puerta a una eventual legalización de la eutanasia y el suicidio asistidos, actualmente prohibidos en ... Francia. «¿Se adapta el marco de acompañamiento del fin de la vida actual a las distintas situaciones que pueden presentarse o deberían introducirse algunos cambios?», es la pregunta a la que deberán responder los 175 ciudadanos que participan hasta finales de marzo de 2023 en esta Convención Ciudadana, organizada por el Comité Económico, Social y Medioambiental (Cese). Los participantes, con edades entre 18 y 87, han sido seleccionados por sorteo.
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Se espera que los debates de esta convención ciudadana duren cuatro meses y que al final emitan un informe con recomendaciones. Estas conclusiones servirán de base para el Gobierno para la redacción de un eventual proyecto de ley sobre la cuestión y para el debate parlamentario que habrá posteriormente.
Durante la campaña electoral para las elecciones presidenciales del pasado abril, el presidente, Emmanuel Macron, que se presentaba a la reelección, expresó su deseo de que hubiera en Francia un debate nacional sobre el fin de la vida. El mandatario consideró que la mejor manera de hacerlo era con este formato, siguiendo el ejemplo de lo que ya se hizo entre octubre de 2019 y junio de 2020 con la Convención Ciudadana sobre el Clima.
«Hay pocos asuntos tan sensibles y graves como este que se les ha confiado», dijo Borne al inaugurar la Convención Ciudadana sobre el Fin de la Vida. La primera ministra invitó a los participantes a realizar «una reflexión en profundidad, estudiar todos los puntos de vista, explorar opciones y hacer proposiciones» para un eventual cambio de legislación en el país. Borne considera que, a pesar de que hay libertad en el debate, «no podemos ignorar el sufrimiento de aquellos que piden ayuda activa al final de la vida».
Actualmente, la ley Claeys-Leonetti de 2016 prohíbe en Francia la eutanasia (la intervención deliberada para poner fin a una vida de un enfermo grave sin perspectiva de cura, a petición expresa suya) y el suicidio asistido (dar al propio paciente grave los fármacos para acabar con su vida). La legislación gala permite, sin embargo, «una sedación profunda y continua» hasta su muerte de pacientes en fase terminal.
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El Comité Consultivo Nacional de Ética (CNNE) publicó el septiembre pasado su opinión sobre un eventual cambio en la ley para «la ayuda activa a morir» en Francia. Este grupo recomendó reforzar los cuidados paliativos, facilitar el acceso a la sedación profunda de enfermos que sufran mucho y estén en fase terminal y abrir el debate sobre una ayuda activa a morir bajo condiciones estrictas.
Las formaciones políticas se encuentran divididas sobre la cuestión. Renacimiento, el partido de Macron, es favorable al cambio de legislación. En la alianza de partidos de izquierdas (Nupes), hay unanimidad sobre la necesidad de legalizar la eutanasia y el suicidio asistido en Francia. Los Republicanos, la derecha moderada, se encuentran divididos sobre la cuestión, mientras que Reagrupación Nacional, el partido de la ultraderechista Marine Le Pen, está en contra.
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