La primera ministra británica, Liz Truss. efe

Crece la incertidumbre y el malestar en el Reino Unido hacia el Gobierno de Liz Truss

Políticos 'tories' plantean la sucesión de la primera ministra mientras se aguarda la respuesta del mercado de bonos al cambio de ministro de Economía

iñigo gurruchaga

Domingo, 16 de octubre 2022, 19:48

Los patrulleros del mercado de bonos están tomando nota de todas las garantías de sensatez que emite el nuevo ministro británico de Economía, Jeremy Hunt, pero nadie da por segura su respuesta, en la mañana del lunes, cuando se abran los mercados. «Esto no ha ... terminado en absoluto», advertía este domingo un analista del sistema financiero.

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Hunt ha reconocido, en una entrevista con la BBC, que «los políticos no pueden controlar a los mercados», pero «lo que podemos hacer es hablar con toda sinceridad sobre las decisiones difíciles». Reconoció que no ha anunciado aún ninguna decisión. Promete que «todas las cuestiones están sobre la mesa», aclaró que quiere «que la gente separa que vamos a tomar esas decisiones difíciles».

El 'Sunday Times' publicaba que Hunt tiene intención de eliminar el adelanto de la reducción, de 20% a 19%, del impuesto de la renta para ingresos imponibles entre 14.500 y 58.000 euros. Es una medida que afecta a 31 millones de británicos. El exministro Rishi Sunak la prometió para 2024 como compensación de la subida de otros impuestos, y Truss y Kwarteng la adelantaron a 2023.

Hunt y Truss se reunieron hasta las 16.00, hora española, en la residencia campestre de la jefa de Gobierno, pero, tras su primer encuentro largo desde el viernes, no trascendió su contenido. La primera ministra publicaba un artículo en 'The Sun' repitiendo que tiene intención de seguir al frente del Gobierno e implementando el resto de su programa.

Un destacado error del dúo formado por Liz Truss y Kwasi Kwarteng con el mini presupuesto que provocó una crisis financiera fue el desprecio a las instituciones: al Tesoro, al Banco de Inglaterra y a la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria. El banco central forzó finalmente el despido del ministro Kwarteng y el abandono por Truss de algunas reducciones de impuestos.

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¿Qué ofrece ahora Truss al mundo exterior? Un Gabinete presidido por ella, con un ministro de Economía moderado, partidario de la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea, que apoyó a Sunak en la campaña para sustituir a Boris Johnson y cuyo despido o dimisión derrumbaría sin duda al Gobierno. Esa extraña pareja está rodeada de ministros, salvo el de Defensa, Ben Wallace, elegidos por Truss porque votaron por el 'brexit' y por ella.

Crispin Blunt, un diputado conservador un tanto excéntrico, ha sido el primero en afirmar públicamente que «se ha terminado el juego» y que hay que organizar la sucesión. Le siguieron otros. George Osborne, el exministro de Economía que no logró convencer a su amigo, David Cameron, de que no convocase el referéndum del 'brexit', cree que Truss no llegará a fin de año como jefa de Gobierno.

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«Gestión del declive»

Los sondeos muestran la decepción de los votantes con Truss y con el Partido Conservador, pero la batalla interna no ha terminado. En el 'Sunday Telegraph', se lamentaba el triunfo de los críticos del plan de la primera ministra y especialmente el regreso aparente a la «gestión del declive». Es una idea que tiene siete décadas y que se basa en la percepción de que el Reino Unido ha de acomodarse a su disminución general en su tiempo posimperial.

Aumento de los impuestos -Sunak los había elevado a niveles de hace setenta años- y de regulaciones. La expansión de un sector público ineficaz para una población pasiva. Divisiones regionales enquistadas. Una demografía que oscurece el presente y el futuro de los jóvenes. Un nivel de vida financiado por una deuda creciente. Gobernación en permanente inestabilidad y con brotes extremistas. «Estamos convirtiéndonos en Italia», se lamentaba Matthew Lynn .

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El brío reformador y 'brexiter' de Truss y Kwarteng se ha apagado y Hunt promete estabilidad. Pero la incipiente batalla por el control del grupo parlamentario afectará al Gabinete. No parece posible un Partido Conservador estable en las próximas semanas. Los laboristas llaman a la convocatoria de elecciones, pero los 'tories' no pueden lanzarse al vacío. No hay sol mediterráneo ni gelato.

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