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Anje Ribera
Martes, 25 de junio 2024, 07:35
Julian Assange nació en Townsville, en el noreste australiano, sin conocer a su padre, John Shipton, hasta que cumplió 25 años, ya que su madre se separó de él antes de que el ciberactivista viniera a este mundo. Ella tuvo una nueva relación, durante ocho años, con Brett Assange, de quien heredó su apellido. En esa primera parte de su infancia, Julian llevó una vida errante, debido a que la familia fundó una compañía de teatro y su hogar era la carretera.
Su madre volvió a cambiar de pareja. Conoció al músico Leif Meynell y Julian pronto tuvo un hermano. Juntos vivieron en una secta, sometidos todos a malos tratos de su padrastro hasta que los tres acabaron huyendo.
Atraído por la informática de forma autodidacta, entre 2003 y 2006 estudió en la Universidad de Melbourne Física y Matemáticas, además de Filosofía, sin llegar a terminar ninguna carrera. Eso no le impediría crear una página de internet que se convirtió en una pesadilla para Estados Unidos tras las guerras de Irak y Afganistán al desvelar actuaciones vergonzantes de las tropas norteamericanas durante estas contiendas asiáticas. El australiano filtró material clasificado en su página WikiLeaks y con ello se convirtió en el gran enemigo de la Casa Blanca.
Assange creó este medio de comunicación sin ánimo de lucro en 2006. Publicó más de diez millones de documentos secretos proporcionados por fuentes anónimas desde el Pentágono y las embajadas norteamericanas de todo el mundo. Su labor fue reconocida en 2010 por la revista 'Time', que le designó como personaje del año, y 'Newsweek', que dos años más tarde lo definió como un revolucionario.
Fueron sus mejores años, porque poco después comenzó su calvario. Catorce años de confrontaciones que se acabarán este miércoles cuando firme su condena. La que ya ha cumplido.
Atrás quedan años muy duros, a los que solo ha logrado sobrevivir gracias a la obstinación, a una gran determinación a la hora de continuar el trabajo. Nunca fue un tipo de persona que se da por vencida aunque tenga que afrontar grandes reveses.
Siempre fue un ser casi mitológico, una presencia más digital que física. Un hombre que se movía constantemente por el planeta, en un zigzag imprevisible, tratando de sortear la mirada de ese Gran Hermano americano. Muchas personas trataron con él durante años sin verle nunca en persona, como si ese cabello de platino y esa piel casi traslúcida fueran solo un avatar diseñado para alimentar la leyenda.
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