MERCEDES GALLEGO
CORRESPONSAL. NUEVA YORK
Miércoles, 29 de junio 2022, 21:44
Una joven de 25 años podría ser la testigo clave que sirviera para acusar a Donald Trump de sedición. Como ayudante del jefe de gabinete de la Casa Blanca, Mark Meadows, en un momento clave de la historia, Cassidy Hutchinson tuvo un asiento de primera ... fila durante la insurrección del 6 de enero. Su testimonio el martes fue el más explosivo y dañino que se haya visto hasta el momento en las audiencias del comité del Congreso que lo investiga. No es de extrañar que los partidarios del presidente atacasen ayer su credibilidad por todos los medios posibles.
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Hutchinson contó muchas cosas dañinas para el exmandatario, pero sus partidarios se han centrado en una de las coloridas anécdotas sobre sus ataques de ira el día de autos. Se trata del momento en que el presidente averigua, ya dentro del coche de los servicios secretos, que no se le conducen hacia el Capitolio para marchar con los manifestantes, sino de vuelta a la Casa Blanca. «¡Soy el puto presidente, llevadme al Capitolio ya!», habría gritado, según dice Hutchinson que le contó el agente de los servicios que le acompañaba en el coche, Bobby Engle, delante del jefe de seguridad del presidente, Tony Ornato, que no lo desmintió. Al menos hasta ayer.
Diversos periodistas de medios prestigiosos, desde Fox hasta CNN, dicen que Ornato vio la audiencia especial del comité en directo y se quedó en shock al oír la anécdota, que desmiente categóricamente. Engle también habría rechazado que el mandatario se le echase al cuello para apartarlo empujándole por la clavícula. Se desconoce quién era el conductor del vehículo, pero en un críptico mensaje de la agencia del Gobierno reitera su disposición para colaborar con la investigación y sugiere estar dispuestos a declarar bajo juramento.
A nadie que conozca los intrínsecos políticos de la Casa Blanca de Trump le ha sorprendido. El mandatario, procedente del mafioso mundo de las inmobiliarias y los casinos, es famoso por purgar su entorno para rodearse de leales. Mucho más en lo que concierne a su seguridad personal. De hecho, bajo su batuta Ornato había sido ascendido al puesto más alto en la seguridad del presidente para preocupación de quienes temían que politizar los servicios secretos podía ponerle en peligro, a él y a otros.
Tanto, que el 6 de enero, cuando la turba de Trump gritaba «¡Ahorcad a Mike Pence», el vicepresidente se negó a subir al vehículo al que le apremiaban los servicios secretos por temor a que le secuestraran para que no pudiera certificar los resultados electorales, según los testimonios recogidos por el comité. Pence prefirió quedarse con su familia en el sótano del Capitolio, donde se escondían en ese momento los asustados congresistas, en lugar de regresar a la Casa Blanca, donde, ahora se sabe, Trump le había lanzado a los leones. «No vienen a hacerme daño a mí», respondió el mandatario cuando sus propios asesores le alertaron de que los asistentes a la manifestación iban armados.
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Trump, su abogado Rudy Giuliani, su jefe de personal Mark Meadows y otros miembros de sus círculos más cercanos ya sabían a por quién venían y qué es lo que lo que iba a pasar. Ésa es la parte más dañina del testimonio de Hutchinson, que resultó ser una testigo creíble por lo comedida y hasta devota del mandatario. «Como parte del personal, siempre he intentado representarle lo mejor posible y enseñar al país todo lo bueno que ha hecho, me sentí frustrada y decepcionada, a nivel personal», declaró el martes. «Como americana, asqueada de ver que iban a tomar el Capitolio por una mentira».
De sus detalladas descripciones, que podrían servir de guión para otra temporada de 'El ala oeste', se deduce sin lugar a dudas que el asalto del 6 de enero no fue una protesta que se escapó de las manos, sino una insurrección bien planeada que tenía previsto acabar en un golpe de Estado. Si la Policía del Capitolio y la de Washington DC no hubieran sido capaz de repeler a los asaltantes, Joe Biden nunca hubiera sido presidente.
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Algunos de los que le sirvieron fielmente durante su mandato e incluso fueron claves para salvarle del primer 'impeachment', como el fiscal general Bill Barr, no estaban dispuestos a llegar tan lejos. Barr presentó su dimisión el 14 de diciembre de 2020, tres semanas antes del asalto al Capitolio, después de enfurecer al presidente al declarar en entrevista a la agencia Associated Press que el Departamento de Justicia no había encontrado ninguna evidencia que apoyase las teorías de fraude electoral. «¡Tú realmente debes de odiar a Trump!», le gritó el presidente.
Al conocer la noticia en el comedor donde almorzaba, Trump lanzó contra la pared el plato de comida en un ataque de ira. Hutchinson entró poco después y ayudó al empleado a limpiar el kétchup que aún se escurría por la pared y recoger la porcelana rota. No era la primera vez. En alguna ocasión incluso había tirado del mantel en un arrebato, lanzando al aire todo lo que había sobre la mesa.
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El martes debió estar igual de furioso al escuchar el testimonio de la ayudante a la que llamó «farsante» en sus redes sociales. Sus seguidores la califican de «Amber Heard 2», la actriz que acusó de abuso doméstico al también actor y su exmarido, Johnny Depp. «Pero incluso si dice la verdad, ¿cuál es el puto problema?», reza un póster de patriots.win.
Los candidatos del Partido Republicano que cuentan con el apoyo del expresidente Donald Trump fueron derrotados el martes en las primarias de Estados como Colorado y Misisipi, aunque retuvieron apoyos frente a opciones más moderadas en la conservadora Illinois.Los votantes republicanos de Colorado se decantaron por tres políticos críticos con Trump frente a un grupo de aspirantes que niega el resultado de los comicios presidenciales de 2020 e incluso participaron en el asalto al Capitolio del 6 enero de 2021. La división del partido de la oposición cada vez es más manifiesta.
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