Secciones
Servicios
Destacamos
Miguel Pérez
Sábado, 13 de julio 2024, 15:36
Más apasionado y vigoroso de lo que ha demostrado en los últimos meses, Joe Biden pronunció en Detroit un discurso contra todos y contra todo, salvo contra sí mismo. Proclamó ante cientos de personas que nadie le apartará de la carrera electoral y acusó a los periodistas, a los obsesionados con ennumerar sus equivocaciones e incluso a las «élites» de su partido de estar dejando «vía libre» a Donald Trump en su propia campaña. «Vamos a centrarnos hoy en Trump», advirtió. Y se lanzó mucho más lejos de lo que lo hizo en el debate en la CNN de hace dos semanas y en muchos discursos de esta pasada primavera. Hubo un momento insólito. «La violó», soltó contundente haciendo del silencio una losa. «El señor Trump la violó», repitió Biden en su mitin en relación al caso de la escritora E. Jean Carroll, quien ha demandado en dos ocasiones al magnate republicano por agresión sexual.
Algunos medios señalan este sábado que lo que pudo verse en Detroit fue un claro intento del líder demócrata de relanzar su carrera. Antes de llegar al escenario de su discurso, presidido por un enorme cartel con el lema 'Motown is Joetown', el presidente se detuvo en un restaurante de barrio para prometer ante los sorprendidos comensales que «voy a terminar mi trabajo». Derrotar a Trump. Ya en el lugar, un amplio gimnasio, 2.000 simpatizantes le aguardaban y jaleaban. El líder sindical de los empleados del sector del automóvil, la principal industria de Detroit, le felicitó por «estar junto a la clase trabajadora». Entre los asistentes había autoridades y otros responsables sindicales y religiosos del Estado. Pero es seguro que Biden echó de menos a la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, y a los senadores demócratas por este Estado, Debbie Stabenow y Gary Peters, Críticos con su continuidad como candidato, ninguno de ellos acudió al evento.
Quizás espoleado por este vacío, Biden repitió su doble mantra. «No me voy a ir a ninguna parte». «Soy el únicco que ha derrotado a Trump y lo volveré a hacer». Luego afeó que un grupo de dirigentes demócratas le de la espalda y apuntó con el dedo a los periodistas que cubrían su mitin: «Me están machacando», gritó mientras arrancaba un sonoro abucheo de sus seguidores. La indignación del octogenario mandatario va en aumento. Sin embargo, causó cierta extrañeza entre los suyos este tipo de críticas a los medios que no le son afines. Nunca ha sido su estilo, pero sí el de su oponente republicano.
Biden se arrojó al cuello de Trump. Reclamó que las miradas no se centren en sus torpezas sino en el historial judicial de Trump. Se trata de un «criminal convicto» y un «fraude empresarial», subrayó el presidente antes de preguntar a la audiencia si Estados Unidos será capaz de votar a un individuo así para dirigir su rumbo los próximos cuatro años. Recalcó la acusación de que había «violado» a E. Jean Carroll y leyó la condena contra el republicano por haber difamado y abusado de la escritora. Carroll denunció en 2019 a Trump tras relatar que le había forzado en los años 90. En 2022 volvió a demandarle y el tribunal admitió que el magnate agredió y difamó a la denunciante. «Encarceladle, encarceladle», repetía la audiencia.
Enérgico, firme, vibrante. Son algunos de los adjetivos con los que la prensa internacional ha saludado este sábado los 35 minutos de mitin en Detroir. 'The New York Times' considera que fue «una versión del Biden que ha estado ausente desde que comenzó su campaña de reelección, y tal vez una que no se ha visto desde que estaba en la fórmula presidencial con Barack Obama» en 2009. 'The Washington Post» le ve «nuevamente apasionado». El británico 'The Times' dice de él que expresa una actitud «desafiante». 'The Wall Street Journal' afirma que gana tiempo y el articulista Harry Entren destaca en la CNN que, pese a que Trump es el «favorito», Biden «todavía puede ganar».
Las buenas críticas a su acto en Detroit son, en general, lo que cualquier candidato desea, pero en su caso todavía están lejos de mitigar el pánico de los demócratas y las dudas de los donantes. El mandatario llegaba a la capital del motor con el agravio de saber que hasta diecinueve miembros de su partido en la Cámara de Representantes y algunos senadores han pedido su sustitución. Y de una dolorosa reunión virtual con el importante caucus hispano, en la que el delegado por California, Mike Levin, le pidió directamente que se echase a un lado. Levin resumía el sentir de un grupo de congresistas. «Creo que sé lo que hago», respondió Biden en un diálogo que puede calificarse de dramático para un veterano que lucha contra la edad –como dijo este jueves su amigo y actor George Clooney– e intenta demostrar sus facultades a contracorriente de una creciente ola de dubitativos compañeros de viaje.
En unas frases que no esconden el terrible escrutinio al que es sometido, el mandatario resaltó ante Levin los esfuerzos que hace para convencer a los electores. «Por eso salgo y dejo que la gente me toque, me pinche, me haga preguntas», subrayó. «Es importante salir y mostrarle a la gente todo, desde lo bien que me muevo hasta lo mucho que sé y que todavía estoy al mando», añadió, bajo el convencimiento de que lo que «preocupa a la gente, lo que está en el fondo, es la pregunta: ¿Estás bien ahora?».
Para el partido, el problema es que las cifras no dan, aparte del miedo a que cada mitin y cada entrevista de su candidato hasta las elecciones de noviembre se conviertan en una agonía. El mitin de Detroit ha tenido 2.000 espectadores y un seguimiento amplio en los medios. Pero su desastrosa actuación frente a Trump en el debate de la CNN fue vista por 50 millones de estadounidenses, más que la audiencia de los Oscar. Y esa expectación se plasma en las encuestas.
Biden se refirió en su discurso a que los sondeos no le dejan en mal lugar y aludió al que sus propios asesores hicieron tras el debate con el líder republicano. El estudio daba un empate técnico, pero existen muchas dudas sobre su imparcialidad a la vista de la desventaja que le otorga la generalidad de las encuestas. La última seeñala que el 84% de los votantes ve al candidato republicano demasiado mayor para gobernar frente al 63% que dice lo mismo de Trump.
Muchas de las dudas van, precisamente, en este sentido. A la reunion del caucus asistieron algunos de los cargos que aseguran que el problema no se acabará en las elecciones de noviembre sino en los próximos cuatro años de mandato. Biden tiene 81 años y acabaría con 86 una legislatura que tosod en el partido ven como «compleja» y «endemoniada» ante los retos internacionales, el devenir de la guerra en Ucrania y la necesidad de procurar estabilidad económica a Estados Unidos. Además del desgaste al que Biden se vería sometido por un Trump vencido y un Partido Republicano en una posición posiblemente más sólida de la que ha tenido en esta legislatura.
Según 'The Washington Post', miembros de la Cámara como Marie Gluesenkamp (Washington), Gabe Vásquez (Nuevo México) y el propio Levin no vieron colmadas sus expectativas durante la reunión. Es más, los dos primeros, que son partidarios de la salida de Biden, intentaron interpelarle en la videoconferencia, pero un miembro del equipo del presidente se encargaba de apagar en el monitor la señal de 'pregunta' cada vez que la pulsaban.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.