Pablo M. Díez
Pekín
Viernes, 21 de octubre 2022, 10:02
Aunque no lo dijo el domingo en la apertura del XX Congreso del Partido Comunista de China, el presidente Xi Jinping ha ordenado al Ejército «modernizarse rápidamente» para «ganar guerras regionales». Esta frase no se escuchó en su alocución ante los casi 2.300 delegados ... congregados en el Gran Palacio del Pueblo, pero consta en el informe presentado por Xi al Congreso. Con su difusión posterior, se ha comprobado que acortó el discurso, que tiene 72 páginas en mandarín y 63 en inglés, saltándose algunas partes importantes.
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De todas ellas, esta es una de las más llamativas: «Nos volveremos más expertos en desplegar nuestras fuerzas militares con regularidad y de formas diversas, y nuestro Ejército será decidido y flexible cuando lleve a cabo sus operaciones. Esto nos permitirá modelar nuestra postura de seguridad, desactivar y manejar las crisis y conflictos y ganar guerras regionales».
La omisión es significativa en un momento de máxima tensión con Taiwán, la isla democrática e independiente 'de facto' reclamada por Pekín desde el final de la guerra civil en 1949. La llamada a la reunificación vino justo después en su discurso, cuando Xi abogó por la vía pacífica del modelo 'Un país, dos sistemas', pero no renunció «al uso de la fuerza» contra «la interferencia de fuerzas exteriores y los pocos separatistas que buscan la independencia de Taiwán».
En el estrecho que separa esta isla del continente, las espadas están en alto desde el verano, cuando la presidenta de la Cámara de Representantes de EE UU, Nancy Pelosi, viajó a Taiwán desoyendo las amenazas de Pekín. Tras su visita, el Ejército chino rodeó la isla con sus mayores maniobras militares hasta la fecha e incluso disparó misiles sobrevolando de un lado a otro su espacio aéreo. Además de intentar intimidar a los taiwaneses, los ejercicios fueron un ensayo del bloqueo con el que empezaría una hipotética invasión.
Contra esa posibilidad advirtió el miércoles el almirante Michael Gilday, jefe de operaciones navales de EE UU, quien cree que Pekín podría intentar tomar la isla no en 2025, como teme el Ministerio de Defensa taiwanés, sino el próximo año o incluso éste. Así lo sospecha Gilday -quien recomienda un plan de actuación al Pentágono-tras escuchar a Xi en el cónclave, donde prometió que «la completa reunificación de nuestro país puede y debe alcanzarse y, sin duda, se alcanzará».
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Además de la amenaza sobre Taiwán, la alusión a «ganar guerras regionales» resulta preocupante en vista de las tensiones fronterizas de China con todos sus vecinos. Desde la reclamación a Japón de las islas Senkaku hasta las disputas en el mar del Sur, pasando por los choques con la India en el Himalaya, Pekín mantiene varios frentes abiertos que agravan la inestabilidad del revuelto escenario internacional.
En realidad, esta orden de «ganar guerras regionales» no es nueva porque Xi ya la mencionó al ser nombrado secretario general del Partido, cuando inspeccionó una guarnición en la provincia de Cantón en 2012. Tanto en el anterior Congreso, en 2017, como en el Libro Blanco de la Defensa de 2019, instó al Ejército a «ganar guerras», sin especificar su localización.
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A todo ello se suma algo que sí dijo en su discurso, y que hace sospechar un refuerzo de su poder nuclear. «Estableceremos un sistema fuerte de disuasión estratégica y aumentaremos la proporción de fuerzas de defensa con nuevas capacidades de combate», prometió Xi. Según los expertos, tal «disuasión estratégica» alude a las armas nucleares y, casualidad o no, su alocución tuvo lugar el mismo día que se cumplían 58 años de la primera bomba atómica de China.
Mientras el viceministro de Exteriores chino, Ma Zhaoxu, repetía este jueves el eslogan de la propaganda de la «comunidad humana con un futuro compartido para la nueva era», la diplomacia de los 'lobos guerreros' pasaba de los aullidos a los puños. El XX Congreso del Partido Comunista, con el que Pekín quiere proyectar al mundo su auge, ha coincidido con una pelea a las puertas del consulado chino en Manchester en la que intervinieron algunos empleados, incluido el cónsul, Zheng Xiyuan.
El domingo, unos manifestantes de Hong Kong colocaron carteles ante la oficina diplomática, entre ellos una caricatura de Xi Jinping como un rey desnudo mirándose en un espejo. Los empleados intentaron quitarlos y se enzarzaron en una pelea con los activistas, arrastrando a uno de ellos al interior para apalearlo. Finalmente, fue rescatado por la Policía, pero en un vídeo se ve al cónsul Zheng tirándole del pelo. Una agresión que admitió este jueves en una entrevista televisiva y que ha provocado un conflicto con el Reino Unido.
En los últimos años, la suave diplomacia china se ha vuelto más agresiva con una nueva generación de 'lobos guerreros' en el Ministerio de Exteriores y las embajadas. Ahora, pasan de los aullidos a los puños.
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