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El exmandatario y líder del Partido de los Trabajadores, Luiz Inácio Lula da Silva. EFE
El retorno de la esperanza

El retorno de la esperanza

Luiz Inácio Lula da Silva gana la presidencia por tercera vez a sus 77 años y tras haber pasado 580 días en la cárcel acusado de corrupción

dagoberto escorcia

Lunes, 31 de octubre 2022, 00:34

Brasil de la esperanza. Es el lema que acompaña a Luiz Inácio Lula da Silva, que acaba de entrar en el selecto club de los presidentes más longevos del mundo y de los pocos que han ganado tres veces unas elecciones democráticas. Lula ha sido ... el protagonista de la película más feliz que ha vivido Brasil en las últimas décadas. Nació en Caetés, en el estado de Pernambuco, el 27 de octubre de 1945. En su cuenta de redes sociales, a las que no era muy asiduo, escribe: «Hijo de Dona Lindu, marido de Janja. Fui metalúrgico y presidente de Brasil con un 87% de aprobación». Y un 'hashtag' que reza #BrasilDaEsperanza.

Este hombre se ha convertido a sus 77 años en el futuro de un país en el que se contabiliza la mayor tasa de desempleo de la región y en el que unos 30 millones de personas siguen sumidas en un estado de pobreza y no tienen para comer tres veces al día. Un país en el que la mayoría de la población piensa que hay mucha corrupción política.

El pueblo brasileño ha tendido la mano por tercera vez al hombre que les gobernó entre 2003 y 2010, el que los puso en el mapa mundial, quien logró reformas sociales y económicas, el que triplicó el PIB per cápita hasta convertir a Brasil en una potencia mundial. Lula ha explotado durante la campaña electoral esa buena gestión, aunque también estuvo salpicada de escándalos de corrupción no probados, y de hecho fue el primer mandatario que estuvo en la cárcel 580 días acusado de «corrupción pasiva».

Cansado pero con fuerzas

Pero él, desde ese pasado añorado por más de la mitad de brasileños, ha convencido con frases que han tocado el corazón de su pueblo: «Los mejores años de nuestro país fueron los años en los que goberné», dijo en el último debate con Jair Bolsonaro. Y se explayó recordando que quería reconstruir ese Brasil en el que no había odio, en el que la gente trabajaba, no pasaba hambre siendo uno de los principales productores de alimentos del mundo, estaba considerado internacionalmente, y la cultura y la educación funcionaban.

Parece cansado, pero se siente con fuerzas para volver a gobernar el país ayudado por el pueblo. Porque es en lo que más insiste, en gobernar todos juntos, sin peleas y armonizando todas las sociedades. Siempre tuvo claro durante las tensas campañas electorales que no solo las elecciones enfrentaban a Lula contra Bolsonaro, o a su partido, el de los Trabajadores, y el de su rival, el Partido Liberal, sino a un régimen democrático contra uno próximo al neofascismo. Para muchos de sus seguidores en las redes sociales Lula representa la esperanza, el amor y la unidad del pueblo brasileño.

En su programa de emprendimiento, Lula ha prometido que garantizará el apoyo a las pequeñas y medianas empresas, al mismo tiempo que ha anunciado que se reunirá con todos los gobernadores del país (27) y les pedirá a cada uno de ellos que presenten por lo menos tres obras prioritarias de infraestructura. De ese mundo feliz que vivió Brasil durante los mandatos de Lula, el estadista que no tiene ningún título universitario, que fue sindicalista, el hombre que se ha casado tres veces, recuerda con orgullo que su gobierno creó el Ministerio de la Mujer, y aprovecha para decir que combatirá a fondo la violencia contra la mujer.

Huelga en la dictadura

Antes de la primera vuelta de las elecciones eran varios los críticos que pensaban que Brasil estaba necesitado de un candidato más joven, de un presidente con ideas nuevas. No pudo ser. Lula da Silva, ese hombre que de niño no quiso morirse de hambre en su pueblo natal y se fue con su madre y sus hermanos, ese sindicalista que organizó una de las huelgas más importantes que dieron el primer paso para terminar con la dictadura militar en 1964, el mismo que ya fue candidato a la presidencia en 1989, 1994 y 2002, ha sido el político elegido para gobernar el destino de uno de los países más poblados del mundo por tercera vez en su historia.

Lula sabe que cuenta con el reconocimiento mundial. No en vano en plena campaña fue recibido por el canciller de Alemania y por los presidentes de Francia y España. Concretamente, Pedro Sánchez le lanzó un gran espaldarazo en un vídeo en el que afirmaba que Brasil necesitaba un presidente de progreso, que no ofreciera desconfianza, que diera ilusión y no miedo, y que tuviera un compromiso con la igualdad y estuviera contra los que predican el odio y el negacionismo climático.

Lula, con 77 años, ha pasado a ser el hombre en el que los brasileños han depositado sus esperanzas de un futuro mejor.

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