Sábado, 1 de octubre 2022
Habrá prórroga en Brasil para elegir al presidente que gobernará los próximos cuatro años. Así lo han querido los electores, que han demostrado la gran división que existe en el país. Lula da Silva (76 años), expresidente entre el 2003-2010, ganó en las ... elecciones de este domingo, pero no obtuvo la mayoría que vaticinaban todas las encuestas. El actual presidente, Jair Bolsonaro (67 años), que se jactó a la hora de emitir su voto en Río de Janeiro de ganar en primera vuelta, no hizo realidad su sueño, pero sobrevivió a los pronósticos. El líder de la derecha brasileña no besó la lona y, por lo tanto, tendrá una segunda oportunidad. El bolsonarismo no se rinde. El drama del pueblo brasileño tendrá un tiempo extra, 26 capítulos más, hasta el domingo 30 de octubre, en el que las urnas electrónicas volverán a abrirse para elegir al hombre que ocupará el Palacio de Planalto. Lo que vendrá a partir de ahora es totalmente impredecible teniendo en cuenta la dureza de la campaña durante la primera vuelta.
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A los brasileños parece que les gusta el morbo. En el día de las elecciones conocieron la triste noticia del fallecimiento de uno de sus iconos del boxeo, Éder Jofre, a la edad de 86 años. Pero el combate preferido por ellos parece ser que es el que libran un izquierdista como Lula da Silva y un ultraderechista como Jair Bolsonaro. Los seis millones de votos de más que consiguió Lula resultaron poco contundentes para 'noquear' al rival en el primer asalto de estas elecciones en la que Brasil se está jugando su futuro. Con el 99,99% escrutado Lula había conseguido un 48,43% de 57,2 millones de votantes. Mientras que Bolsonaro tenía 43,20% de 51 millones de electores.
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«Adoro hacer campaña. Y tenemos otros 28 días. Nunca gané unas elecciones en primera vuelta», declaró Lula que no tenía más remedio que conformarse con esta victoria al conocer los resultados en los que superó a su rival en más de 6,1 millones de votos, pero que resultaron insuficientes para ganar en la primera vuelta. «Parece que al destino le gusta hacerme trabajar un poco más. Vamos a ganar otra vez», señaló en tono optimista. «Es cuestión de tiempo, de esperar un poco más de días. Será la primera oportunidad de tener un debate cara a cara con el actual presidente. Para que podamos hacer comparaciones entre el Brasil que él construyó y el Brasil que construimos nosotros».
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Lula recordó que cumplirá 68 años tres días antes de la segunda vuelta: «Ese será mi presente», dijo para luego advertir que desde este lunes estará en las calles para intentar ganar la presidencia. «No descansamos. Vamos a conversar con nuestros adversarios, con nuestros amigos. Nosotros somos la mejor solución para resolver la vida del pueblo brasileño», subrayó.
El presidente derrotado, pero con menos golpes de los que habían imaginado muchos analistas y especialmente las encuestas, en esta primera vuelta también mostró su optimismo y señaló que aprovechará la segunda para mostrar la política del gobierno federal durante la pandemia -en la que muchos organismos lo señalan como culpable de más de la mitad de los 658.000 fallecimientos-, citando datos de la economía, pero especialmente mostró un claro interés por calificar de mentirosas todas las encuestas que lo daban por perder en primera vuelta con un margen superior a los 14 puntos.
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«Ahora hay confianza total», manifestó él que sembró las dudas sobre la neutralidad del sistema electoral y del que se temía y se teme que de perder podría actuar como hizo el ex presidente de Estados Unidos, Donald Trump, intentando perpetuar su mandato aunque en las votaciones no tuviera toda la confianza del pueblo brasileño. Bolsonaro tenía razones para estar satisfecho. Su partido (PL, Partido Liberal) había obtenido un notable triunfo en la Cámara de Diputados con 268 escaños de 513 y también podría tener mayoría en el Senado, con 39 de 81. Esta situación haría muy difícil un posible Gobierno de Lula en caso de ganar la segunda vuelta y sí, en cambio, dejaría el país en manos del bolsonarismo en caso de victoria del actual presidente el próximo 30 de octubre.
La jornada electoral más importante de Brasil en los últimos años transcurrió sin mayores incidentes. Lula y Bolsonaro emitieron sus votos a primera hora de la mañana. Había preocupación porque la abstención tuviera mucha incidencia en la votación, pero los resultados finales han reflejado que ha sido la misma de hace cuatro años, en torno al 20%. Durante la mitad del escrutinio la ventaja siempre fue para Bolsonaro. Pero ya cuando alcanzó el 66% llegó la igualdad, y escrutado el 70, Lula pasó a comandar la votación.
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La gran sorpresa de la jornada la ha dado Simone Tebet, senadora del Movimiento Democrático Brasileño (MDB), escritora, profesora, abogada, de origen libanés e hija de Ramez Tebet quien fuera senador y presidente del Congreso Nacional. Tebet (52 años), que ha desempeñado cargos que ninguna mujer brasileña ha ocupado anteriormente, ya apareció en los debates como una política con muchas ideas. La candidata superó a Ciro Gomes y sacó casi 5 millones de votos para colocarse como la tercera como más votos después de los dos máximos aspirantes. «No esperen de mí omisión. Tomen ustedes una decisión. Yo ya la tengo», dijo al conocer los resultados.
Los resultados solo hacen que reflejar este Brasil polarizado en su máxima potencia. Entre un izquierdista, mayor pero progresista, que basa su campaña en lo que hizo por los pobres, en que acabó con el hambre, y un ultraderechista que duda del sistema electoral, que está en contra de muchas libertades, que defiende el derecho a la legítima defensa, la lucha contra las drogas y la violencia, la protección de la vida desde la concepción, el libre mercado, la defensa de la inocencia de los niños y un gobierno honesto, según confiesa abiertamente. El cantautor Chico Buarque, que en la última semana apoyó a Lula junto con sus padres, podrá seguir cantando su canción de mayor éxito: «Oh, qué será, qué será». La respuesta el próximo 30 de octubre.
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156,4 millones de brasileños fueron llamados a votar en los 5.570 municipios del país, el Distrito Federal de Brasilia, el archipiélago de Fernando de Noronha y en 181 ciudades extranjeras.
Amplia cita. Además de elegir presidente, los ciudadanos debían emitir votos para nombrar a los 27 gobernadores del país, a los 513 diputados, a un tercio del Senado y renovar a los representantes en las asambleas legislativas regionales.
1.374 urnas electrónicas tuvieron que ser sustituidas por diversos fallos en el arranque de la votación. Apenas representaron el 0,29 % de las 472.075 que fueron instaladas en Brasil.
Sin incidentes. La jornada transcurrió con normalidad a pesar de tratarse de los comicios más polarizados desde que el país recuperó la democracia en 1985 y de que durante la campaña se registraron ataques y muertes entre seguidores de Lula y Bolsonaro.
Máxima vigilancia. Las autoridades desplegaron un gran dispositivo de seguridad, reforzado con efectivos del Ejército, que se concentró principalmente de la región amazónica y en algunas ciudades con índices altos de violencia, como Río de Janeiro.
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