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Alemania ha puesto el pie en el freno económico. Reuters

Alemania en crisis: todo lo que ha hecho mal un mito que se cae

El anuncio del posible cierre de fábricas de Volkswagen pone el foco en las penurias que sufre el país germano, donde ya sabemos que un descalabro económico sumado al auge del populismo puede tener consecuencias trágicas

Miércoles, 18 de septiembre 2024, 10:47

Crisis económica y populismo no casan bien en Alemania. Basta con echar la vista atrás al año 1933, cuando Adolf Hitler fue nombrado canciller a pesar de haber quedado segundo en las elecciones presidenciales del año anterior, para tenerle pavor a esa combinación. Porque lo que ocurrió a partir de entonces es de sobra conocido. Y temido.

Puede resultar demasiado atrevido -incluso alarmista- trazar paralelismos entre la Alemania de entonces, lastrada por el impacto socioeconómico de la Primera Guerra Mundial y de la Gran Depresión, y la de ahora. Pero ya hay quienes lo hacen, incluso en territorio teutón, porque ven en la creciente recesión del país y el auge de la ultraderecha un peligroso germen que puede volver a desestabilizar Europa.

De momento, en la UE ya se notan las dificultades económicas de su primera potencia. Alemania cerró 2023 con una contracción del 0,3% en el PIB, y los datos de este año no son halagüeños: el primer trimestre logró crecer un pírrico 0,2% frente a los tres últimos meses del año pasado, pero en el segundo cayó un 0,1%. Y el Índice de Gestores de Compras, que avanza el comportamiento industrial para el futuro más cercano, se encuentra por debajo de los 50 puntos, lo cual sugiere que la contracción continuará. Sin duda, se trata de una coyuntura que puede salpicar al resto del continente.

El puente derrumbado de la Carola, en Dresde, como ejemplo de la decadencia alemana. EFE

Por si fuese poco, planea sobre el país algo inaudito: Volkswagen está considerando la posibilidad de cerrar fábricas en su territorio, algo que no ha hecho nunca en 87 años de historia. No es una anécdota, sino reflejo de la decadencia de la industria alemana, que lleva dos años perdiendo peso, algo que también se aprecia en otros ámbitos. Por ejemplo, Lufthansa y Deutsche Bahn -que necesita inversiones de 88.000 millones de euros para funcionar correctamente- han pasado de ofrecer servicios de transporte aéreo y ferroviario que enorgullecían a los alemanes a ser objeto de escarnio público. Y el derrumbe del puente de Carola, en Dresde, se está interpretando como ejemplo de la decadencia de las infraestructuras germanas. El mito alemán se está cayendo.

Por eso, en la última newsletter antes de unas merecidas vacaciones ponemos el foco en los problemas de Alemania y sus posibles consecuencias.

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  1. Al gigante europeo le tiemblan las piernas

    Alemania se asoma al temido binomio de crisis y populismo

Alemania no va bien. Ha llegado a un punto que muchos nunca habrían considerado posible, como es la propuesta de Volkswagen para cerrar fábricas en su propia casa, donde emplea a 300.000 personas y donde necesita ahorrarse 10.000 millones de euros para continuar siendo competitiva. «El entorno económico es cada vez más duro y nuevos jugadores están entrando en Europa», afirmó a principios de mes el consejero delegado de la marca, Oliver Blume. Se refería a los fabricantes chinos, que le han ganado la partida en todo el mundo en el sector de los vehículos eléctricos.

A las marcas alemanas puede pasarles como a Kodak o a Nokia, que llegaron a ser hegemónicas y, desde la altanería supremacista, dieron la espalda a tecnologías que luego acabarían con ellas. Cuando quisieron subirse al tren, este ya había partido. Los alemanes -y en general los europeos- ya no cuentan con la tecnología más puntera en los ámbitos que van a marcar el futuro. Hay excepciones, sí, pero son eso: excepciones.

El rendimiento económico de Europa cae en referencia al de Estados Unidos. Reuters

No lo digo yo, lo dice Mario Draghi en el informe que le encargó Ursula Von der Leyen para analizar la competitividad europea. «La situación actual es muy preocupante. El crecimiento lleva tiempo bajando en Europa, y ya no podemos ignorarlo», afirmó durante una presentación en la que fue demoledor: hace falta una política industrial más coordinada, una toma de decisiones mucho más veloz, y afrontar inversiones a una escala superlativa. «Es hacer eso o enfrentarse a una lenta agonía», sentenció. Ahora sí es cierto aquello de 'nos van a comer los chinos'.

Las exportaciones alemanas. OEC

Se aprecia en la automoción. Porque puede que Europa se esté resistiendo al coche eléctrico, pero es que hay mucho mundo fuera del Viejo Continente. Las marcas chinas triunfan -también con modelos de combustión- en países en vías de desarrollo donde ciudadanos que compran su primer coche no pueden permitirse uno alemán: Asia, África, e incluso Latinoamérica. Mientras tanto, Europa y Estados Unidos se defienden echando mano de lo que siempre han rechazado: los aranceles.

Por cierto, gravámenes que rechazan los fabricantes alemanes a los que se supone que protegen, porque podría afectar a su posición en el mercado chino, que sigue siendo un colchón importante. No en vano, China es uno de los principales destinos de sus exportaciones. Y el mercado del gigante asiático tampoco está especialmente boyante. Pero el problema va mucho más allá de los subsidios gubernamentales que reciben los chinos. Y más allá de los automóviles. De hecho, Intel está replanteándose la inversión de 30.000 millones de euros que iba a hacer para abrir una fábrica en Magdeburgo.

Exportaciones alemanas: en rojo, donde caen; en verde, donde suben. OEC

Todos los análisis apuntan a que Alemania no solo se ha dormido en los laureles de la industria, sino también en los de la energía: decidió cerrar las centrales nucleares y apoyarse exclusivamente en el gas ruso, que creyó que fluiría siempre y al precio de saldo que le otorgaba a su industria una ventaja comparativa. Ahora no solo ha dejado de hacerlo en estado gaseoso, sino que Alemania tampoco puede aprovechar el líquido porque ni siquiera previó la necesidad de construir plantas regasificadoras. Curiosamente, España está mucho mejor preparada y por eso recibe más gas licuado ruso que nunca. No obstante, el precio del gas ha vuelto a terrenos razonables y Berlín sigue sin levantar cabeza. Según el Fondo Monetario Internacional, entre 2018 y 2022 fue el anteúltimo país que menos inversión pública hizo entre los países de la OCDE, una lista que cierra nuestro país.

Protesta frente a los ejecutivos de Volkswagen. AFP

A todo esto se suma un clima social cada vez más enrarecido, con creciente frustración y rencor hacia la comunidad inmigrante, sobre todo la de religión musulmana. Aunque nadie duda de que existen razones para la preocupación por la difícil integración que presenta, en tiempos de crisis suele ser habitual buscar un culpable de fuera. Es tarde para establecer los controles que Berlín ha impuesto con el resto de países del espacio Schengen y que se suman al caldo de cultivo perfecto para el auge de partidos como el ultraderechista AfD, que ha ganado los últimos comicios regionales y que, como ha sucedido en otros países europeos, está previsto que incremente sustancialmente su presencia a nivel nacional.

Actividad industrial en Alemania: en rojo la producción; en azul el valor. FMI

Finalmente, Alemania sufre los mismos problemas demográficos que el resto de las principales economías avanzadas. Es más, está previsto que su población en edad de trabajar caiga el doble que la media de la UE, una tendencia que se suma a un envejecimiento que impulsa un giro hacia el conservadurismo. Así, aunque las principales instituciones económicas prevén que el país levante cabeza el año que viene -las previsiones a largo plazo siempre son optimistas y casi nunca aciertan-, nadie duda de que Alemania tiene que afrontar problemas sistémicos, y que esos problemas irán extendiéndose por el resto de los países de la Unión. Que nadie se sorprenda si una nueva crisis asoma por la esquina.

Es todo por hoy. Espero haberte explicado bien algo de lo que está ocurriendo en el mundo. Si estás suscrito, volverás a recibir esta newsletter todos los miércoles a partir del 16 de octubre en tu correo electrónico.

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