El príncipe Andrés, excluido de un acto organizado por su hermana Ana

Los tira y afloja en la familia real británica no cesan y, una vez más, tienen como protagonista el príncipe Andrés, caído en desgracia desde que salió a la luz su estrecha relación con Jeffrey Epstein, el magnate financiero estadounidense acusado de abusos sexuales, y de que él mismo fuera acusado por Virginia Giuffre de haberla agredido sexualmente en tres ocasiones cuando ella tenía 17 años. El escándalo hizo que su madre, la reina Isabel II, le retirara todos los títulos militares y patronatos reales. Desde entonces, el duque de York vive una de sus etapas más complicadas, entre desaires familiares y la amenaza de 'desalojo'.

La semana pasada, el príncipe Andrés fue excluido de una cena de gala en el Castillo de Windsor, organizada por la princesa Ana para celebrar el legado de la Escuela Gordonstoun, institución de la que es directora. Según un comunicado emitido por la escuela, la cena fue un evento íntimo con un número reducido de invitados, pero la exclusión del duque de York, quien vive a pocos kilómetros en Royal Lodge, ha sido interpretada como un desaire deliberado.

Fuentes cercanas al príncipe han expresado su descontento, señalando que a Andrés «le habría encantado asistir a la cena si hubiera sido invitado». No en vano, fue alumno de la institución. La princesa Ana, quien anteriormente era consideraba una de las pocas aliadas del príncipe dentro de la familia real, parece haber tomado distancia en medio de las polémicas que rodean a su hermano, incluidos sus vínculos con un empresario chino que se habría descubierto como espía del país asiático y que provocó que también se quedara fuera de la lista de invitados de las celebraciones navideñas de los Windsor.

A esto se suma la creciente tensión entre el duque de York y el rey Carlos III. Desde que este último asumió el trono, Andrés ha perdido privilegios, incluida su asignación económica anual, lo que ha intensificado la presión para que abandone Royal Lodge. El monarca considera que el príncipe, apartado de sus deberes reales y rodeado de escándalos, no puede justificar financieramente su permanencia en la costosa residencia de 30 habitaciones.

Sin embargo, en un giro inesperado, Andrés ha dado un ultimátum a su hermano. Según han revelado medios británicos, el duque ha amenazado con llevarse a los corgis de la fallecida reina Isabel II si se ve obligado a abandonar su actual residencia. Un gesto que ha sido calificado por expertos reales como un «golpe bajo» que agrava aún más las tensiones familiares. «La reina se revolvería en su tumba si supiera que Andrés usa a sus perros como moneda de cambio», ha comentado una fuente cercana a la familia.

Desde su implicación en el caso Epstein, Andrés ha adoptado un perfil bajo, refugiándose en Royal Lodge junto a su exesposa, Sarah Ferguson, con quien mantiene una relación de apoyo mutuo a pesar de su divorcio hace décadas. Las festividades navideñas pasaron sin su presencia, y su exclusión de la tradicional misa en Sandringham subrayó su creciente aislamiento dentro de la familia.

La prensa británica también ha informado sobre el deterioro emocional del príncipe, algo que preocupa al rey Carlos III. Según la experta en realeza Jennie Bond, el monarca teme que nuevas medidas contra él puedan afectar gravemente la salud mental de su hermano. «Carlos no quiere agravar la situación. Aunque Andrés ha caído en desgracia, sigue siendo su hermano», ha considerado Bond.

El debate sobre el lugar de Andrés en la familia real sigue siendo intenso. Mientras algunos sectores de la opinión pública exigen que el rey lo desvincule por completo de la casa real, otros abogan por una resolución menos drástica.

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