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xabier garmendia
Madrid
Domingo, 19 de junio 2022, 23:44
En 2018 casi nadie pensó que la extrema derecha fuera a tener la llave de la gobernabilidad en una comunidad tradicionalmente de izquierdas como Andalucía, pero la acabó obteniendo tras una histórica carambola. Cuatro años después, casi todos, empezando por sus propios dirigentes, pensaron que ... la volvería a tener. Es más, preveían que su órdago de exigir un Gobierno de coalición al estilo de Castilla y León terminaría por encadenar al PP con Vox en su común propósito de contar los telediarios restantes a Pedro Sánchez. Los pronósticos volvieron a fallar, esta vez para mal, y el escrutinio del 19-J se convirtió en la noche más amarga del partido de Santiago Abascal desde su irrupción política en España.
Lejos quedó la veintena de escaños que la cúpula se marcó como objetivo para forzar su entrada en el Ejecutivo regional o incluso los 26 con los que llegó a especular un optimista Abascal, una cifra que habría equivalido al resultado del PP en la anterior cita. Los 14 asientos conseguidos por Vox suponen un timidísimo avance respecto a los 12 que recabó hace cuatro años, cuando la formación no tenía la más mínima representación institucional ni contaba con la capacidad para marcar la agenda política como lo ha hecho en los años venideros. Y, por si fuera poco con el gatillazo propio, la histórica mayoría absoluta de Juanma Moreno le sume prácticamente en la irrelevancia política en Andalucía.
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Prueba de ello será el dudosamente rentable viaje de Macarena Olona. Tras confirmar anoche que recogerá su acta, la candidata estrella de Vox pasará de protagonizar algunos de los careos más tensos con los principales miembros del Gobierno en el Congreso a luchar por asomar la cabeza en un Parlamento regional aciago para una oposición en minoría. Por primera vez la formación de Abascal había tirado de una cara con presunto tirón para encabezar el cartel y no simplemente de sigla, pero el 'efecto Olona' derivó en defecto. Llegó desfondada tras una renqueante campaña, marcada por la polémica de su empadronamiento en Salobreña (Granada), en la que las expectativas se fueron reduciendo a marchas forzadas hasta consumarse el pinchazo.
El que es ya el primer fiasco de Vox en su corta y exitosa historia siembra dudas en el horizonte. La formación de extrema derecha continúa su crecimiento y se convierte en tercera fuerza política en Andalucía, sí, pero fracasa en su intento de condicionar nada. No ya sólo las políticas públicas en la región más poblada de España y la propia formación de gobierno en una administración autonómica que promete hacer desaparecer para recentralizar competencias. Tampoco el discurrir de la política nacional y particularmente el del PP estará, por ahora, hipotecado bajo los intereses de Vox. Castilla y León seguirá siendo el único experimento bipartito.
Macarena Olona - Candidata de Vox. «Vengo para quedarme en Andalucía y demostrar a esos casi 500.000 andaluces que nos han votado que Vox siempre cumple»
El propio Abascal reconoció este domingo ante sus seguidores, tras el recuento, que el resultado obtenido no cumple la «ambición» con la que se presentaban a los comicios, aunque el líder del partido habló de «éxito» y, sobre todo, se congratuló de la «derrota sin paliativos» del PSOE.
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