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El Fondo Monetario Internacional (FMI) vuelve a dar un toque de atención a los gobiernos tras años de políticas de estímulo y ayudas directas que, aunque sirvieron para aplacar el impacto económico de la pandemia y de la crisis energética, ahora pueden contribuir a la ... subida de precios al seguir estimulando la demanda.
En un breve análisis adelantado –que se incluirá de forma más extensa en su próximo informe 'Monitor Fiscal–, el organismo hace un llamamiento a las «políticas fiscales inteligentes» para restaurar la estabilidad de precios y aminorar el alza del coste de la vida que afrontan los ciudadanos.
Para elaborar este documento, el FMI ha estudiado los efectos de la inflación «inesperada» entre mediados de 2021 y mediados de 2022, «un periodo en el que el precio de los alimentos y de la energía crecieron por encima de otras partidas». Y concluye que las políticas fiscales pueden ayudar a sostener el presupuesto de los hogares más vunerables si se emplean de una forma adecuada.
El organismo ha realizado encuestas públicas en seis economías representativas (Colombia, Finlandia, Francia, Kenia, México y Senegal), detectando que la inflación está afectando a las familias a través de tres canales principales: sus patrones de consumo, sus ingresos por salarios, pensiones o transferencias y, por último, la evolución de sus activos y pasivos.
Aunque el impacto varía entre países, existe una conclusión clara: el rápido incremento del precio de los alimentos ha perjudicado de forma «desproporcionada» a las familias más pobres, en los países con menores ingresos, ya que los alimentos «representan una mayor parte de su consumo total».
Del mismo modo, certifican que la subida de precios también erosionó de forma más grave los ingresos de aquellas economías importadoras de materias primas, donde los salarios «no pudieron seguir el ritmo» de la subida de los precios.
Ante esta situación, el FMI apela a esta vieja receta económica de apoyar la actuación de los bancos centrales con las políticas fiscales, dejando claro que cuando los organismos monetarios actúan en solitario, sin el apoyo de los gobiernos, necesitan aumentar «sustancialmente» los tipos de interés para que su lucha contra la inflación sea efectiva. «El endurecimiento fiscal permite subir menos los tipos», insisten. Según sus cálculos, reducir el gasto público en un punto porcentual del PIB puede limitar la inflación en medio punto porcentual.
El FMI destaca, no obstante, que esta contención del gasto debe encontrar el equilibrio con mayores transferencias a las familias más vulnerables, al ser colectivos que se benefician más de factores como los servicios públicos o a los que les puede afectar en mayor medida políticas de ajuste como una subida de impuestos o un recorte del gasto.
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