La San Silvestre Salmantina alcanza este lunes 26 de diciembre su XXXVIII edición, una carrera especial por muchos motivos en este 2022: el primero porque se celebrará tras dos años de ausencia por la pandemia y además, se disputará en lunes cuando lo habitual ... es que tenga lugar el último domingo de cada año. Sin embargo, este año al coincidir este último domingo de 2022 con la Navidad se ha trasladado al lunes la festividad y desde la organización se optó por utilizar el lunes para una prueba que reunirá entre sus cuatro carreras (la absoluta y las tres para categorías menores) a un total de 6.433 corredores.
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El recorrido de la prestigiosa prueba salmantina ha sufrido variaciones con el paso de los años, pero últimamente los corredores se lo saben casi de memoria por los mínimos movimientos del mismo, motivados en gran parte de los casos por alguna obra o arreglo en alguna calle que obligó a variar el mismo mínimamente.
Este 2022 se sigue manteniendo el tradicional. Pero para los menos expertos, los que se estrenan en la Sansil este año, los que llevan poco tiempo en las carreras populares o los que vengan por primera vez a Salamanca: ¿Dónde se puede atacar? ¿En qué parte hay que guardar fuerzas? ¿Dónde es más favorable? Aquí trataremos de desgranarlo.
La salida se da en el Paseo de San Antonio y teniendo en cuenta que hay dos salidas, repartidas en cuatro cajones, con 5.434 corredores de la prueba absoluta nerviosos deseando tomar la salida, lo mejor es que colocarse cuanto antes en el cajón correspondiente para evitar empujones y pisadas accidentales. No te olvides de calentar bien. Y si te toca estar mucho tiempo parado en la línea de salida aprovecha para activar el cuerpo con saltos.
Así desde la salida hasta que se llega al Paseo de Canalejas hay unos 300 metros que los corredores suelen hacer de forma bastante alegre para posicionarse en esa primera curva a la derecha que ante tal multitud de atletas, siempre conviene tomarla con espacio libre. Ese primer esprint no se acaba porque de ahí a la Plaza de España es una pronunciada cuesta abajo. Pero cuidado con pasarse de ritmo porque ya en la Avenida de Mirat 'pica' hacia arriba y se puede pagar el primer esfuerzo llegando a la Puerta de Zamora.
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Juanjo González
Pronto la prueba se adentra en otra calle para darle 'zapatilla'. La calle Zamora. Cuidado con las jardineras y el empedrado, que más de una vez pueden jugar malas pasadas. De ahí a la Plaza Mayor solo cabe disfrutar de las vistas y aprovechar la entrada al ágora salmantino para lucir la mejor de las sonrisas ante la multitud de fotógrafos que allí se agolpan. Una instantánea en la Plaza, con las zapatillas de última generación -o las que sean- y el dorsal todavía bien estirado en arrugas cotiza al alza.
El ritmo alto sigue sin frenarse -ojo al ritmo, segundo aviso-. De ahí a Poeta Iglesias, San Pablo y la Puerta de San Pablo hasta que se aterriza en Rector Esperabé es todo hacia abajo. Y desde allí ya se comienza a avistar a lo lejos, cada vez más cerca, otro punto inigualable, el Puente Romano: pero de nuevo llega aviso. Cuidado con el empedrado. Los romanos primero y luego los empedrados que se han ido colocando con el paso de los siglos no pensaron en los corredores. Cuidado dónde pones el pie, ya no te cuento si además llueve (parece que no).
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En la salida del Puente Romano, giro de 90º a la derecha para encarar unos metros el Paseo del Progreso y al llegar a la Glorieta de la Charrería te puedes empezar a acordar si has hecho excesos hasta aquí (¡¡¡Había que guardar fuerzas!!!!). Arranca lo serio. Se vuelve a cruzar el Tormes, esta vez por el Puente Sánchez Fabrés y tras el breve paso por la Glorieta de los Milagros... comienza lo bueno para romper grupos de corredores o lo malo si ya vas justo. Puede que te acuerdes para los restos del nombre de las siguientes calles: La Palma, Cuesta de Oviedo (¿será por algo lo de 'cuesta'?... Y eso que son pocos metros)... hasta que Balmes te da un pequeño respiro en bajada. Aprovecha para descansar porque rápido llega Plaza de la Merced, Veracruz y Libreros -sí, donde hacías como que estudiabas hace unos años o estudiabas de verdad-. Si te quedan fuerzas aún, no olvides levantar la mirada a su paso por la histórica fachada de la Universidad de Salamanca. No te dará tiempo a buscar la rana seguro. Vuelve más tarde. Respira y sigue, que llega bajada.
Ojo de nuevo. Llegan antes dos giros rápidos. Primero hacia la Plaza de San Isidro y luego al contrario hacia la Rúa Antigua y de ahí a la calle Compañía -sí, la de los tres 'coños' en invierno (coño que alto, coño que bonito, coño que frío). Pero si el viento da de 'culo', a disfrutar. Aprovecha para recuperar que no quedan muchas así.
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¿Queda mucho? Preguntarán los más cansados. Pues sí. De nuevo giro fuerte, esta vez a la izquierda para afrontar la Plaza de las Agustinas. Nuevo aviso. Llegan dos cuestas que te pueden dejar tocado: la primera más corta e intensa, la de Ramón y Cajal, para poder recuperar algo de aliento en el Paseo de San Vicente, y el Paseo de Carmelitas. Rápido llega la segunda, la de la Avenida de Villamayor. Más larga y menos pronunciada pero a estas alturas si no has guardado gasolina puede costarte la marca que vas buscando. Parece que no acaba nunca hasta que llega la gran bajada de la Avenida de Portugal. A volar toca... si quedan alas. Otra vez, si puedes, guarda algo que queda la última subida. Otro rápido giro, ahora a la derecha para encarar un tramo del Paseo de la Estación y junto a La Alamedilla, otro cambio brusco hacia la izquierda para avistar una avenida de Comuneros que no se divisa en toda su extensión desde abajo por el puente del tren pero que a medida que se avanza parece también interminable. Aquí ni los 'elites' van sobrados. Ese es tu consuelo si eres popular.
Eso sí, cuando se encaran los últimos metros ya se escucha de fondo, cada vez más cercanos, el griterio espectacular del público. Giro hacia la derecha en la Plaza del Alto del Rollo para, si las fuerzas lo permiten, disfrutar el 'tramo' final por el Paseo del Rollo, todo un paseo -nunca mejor dicho- entre la multitud que no para de animar y que lleva en volandas a los corredores. Es la mejor parte sin duda. Buscas la meta, pero todavía hay que esperar un poco para ver el marcador luminoso con el tiempo que no para de correr. Lo tienes. Ya queda poco y una vez que se alcanza la Plaza de Cuatro Caminos la música es atronadora junto a los aplausos del público. El Paseo de San Antonio y, por tanto, la meta, tu meta, ya está ahí. Esprinta si tienes fuerzas para entrar como un campeón o disfruta de tus últimos metros. La Sansil, tu Sansil, ya ha terminado.
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Ya solo queda la bajada hacia el colegio, reponer fuerzas con la fruta, el agua o la bebida isotónica y compartir experiencias con los miles de corredores en el patio del centro escolar. Un consejo, guarda el dorsal, apunta tu tiempo y a intentar batir la marca el año que viene. O no, como en todo, lo importante es participar. ¿Repites? La San Silvestre Salmantina vuelve todos los años.
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