La IFAB (International Football Association Board) acentúa su cruzada contra aquella simpleza reglamentaria que permitió el crecimiento del fútbol hasta erigirse en el deporte rey debido, entre otras cuestiones, a la facilidad con que tanto entendidos como neófitos comprendían enseguida sus ingredientes esenciales a partir ... de aquellas catorce normas básicas desarrolladas en 1863 y que cualquiera se sabía al pie de la letra. La última novedad que planea implementar el órgano encargado de dictar las reglas del balompié pasa por la aparición, en un escenario cada vez más embarullado, controvertido y mareante, de las tarjetas azules, de acuerdo con una propuesta que adelantaba The Telegraph este jueves.
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La revolucionaria iniciativa pasaría por castigar determinadas faltas tácticas con una tarjeta azul que acarrearía la expulsión del infractor durante diez minutos, transcurridos los cuales el futbolista en cuestión podría regresar al rectángulo de juego. También se sancionarían con tarjetas azules las protestas excesivas a los árbitros, conllevando la misma multa de diez minutos fuera del césped para quienes las protagonicen. Con ello, la IFAB trataría de atender las demandas de los árbitros, quienes se sienten cada vez más acosados por futbolistas y entrenadores y demandan una mayor protección a la hora de dirigir el juego.
La implementación de la nueva normativa sería gradual y la Federación Inglesa (FA) parece dispuesta a que algunas de sus competiciones menores, como la FA Cup masculina y femenina, sirvan a modo de conejillo de indias para comprobar la repercusión que tiene el que sería uno de los mayores cambios que ha visto el fútbol en mucho tiempo, equiparable quizás solo en los últimos años a la introducción del videoarbitraje. Cabe recordar, no en vano, que el sistema sancionador actual, a partir de amarillas y rojas, está vigente desde el Mundial de 1970 celebrado en México.
Está por ver al alcance de la medida, que ya se ha probado durante esta temporada en categorías inferiores del fútbol galés y sueco, y que se enmarca dentro de ese escenario de innovaciones continuas que están llevando a cabo los rectores del fútbol en un intento de que este deporte no pierda aceptación entre el público más joven y resguardar su repercusión ante la pujanza de otras alternativas de ocio. Lo que parece claro, en cualquier caso, es que añadirá más confusión a los aficionados y a los propios profesionales, desnortados ante un continuo manoseo del reglamento que, lejos de amortiguar la polémica, echa cada vez más leña al fuego.
Porque el carácter disruptivo de las tarjetas azules no radicará únicamente en esas expulsiones temporales por los motivos anteriormente citados y que se asemejan en cierta medida a los castigos disciplinarios de dos minutos en el banco que existen en el hockey sobre hielo a modo punitivo de ciertas infracciones o las exclusiones del balonmano, sino que también podrían acarrear una expulsión definitiva a quien las coleccione. De esta forma, la suma de dos tarjetas azules tendría el mismo efecto que una roja. También la unión de una tarjeta azul con una amarilla conllevaría la expulsión del futbolista en cuestión.
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Tras el VAR, los veleidosos criterios a la hora de sancionar las manos, el salto de tres a cinco cambios durante los partidos o el fuera de juego semiautomático, las tarjetas azules se aprestan a entrar en escena para adentrar al fútbol en territorio inexplorado.
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