Las claves del alirón del Real Madrid: el campeón que se creció en la adversidad

El Real Madrid ya tiene su trigésimo sexta Liga en las vitrinas. El conjunto de Chamartín entonó el alirón con cuatro jornadas de antelación y rubricó por todo lo alto un campeonato en el que supo crecerse en la adversidad. Pese a no haber podido contar con el concurso de su portero estrella (Courtois) ni con la participación de los dos centrales que se perfilaban como titulares al inicio de curso (Militao y Alaba) durante casi la totalidad de la temporada, los blancos han completado un supremo ejercicio de resiliencia para dominar con puño de hierro el torneo de la regularidad.

El compromiso de sus estrellas, la aparición puntual de secundarios de lujo, el liderazgo de Bellingham, la chispa de Vinicius y Rodrygo y, sobre todo, la solidez defensiva han sido los principales factores que han catapultado al éxito al equipo de Carlo Ancelotti, docto estratega que ha sabido comandar un vestuario muy sano en el que el colectivo ha primado por encima de las individualidades.

El Real Madrid ha recuperado el cetro liguero con notable holgura y logró festejar el título con cuatro jornadas de antelación. Los blancos han liderado la tabla en 25 de las 34 jornadas disputadas hasta la fecha y no se han bajado del primer puesto desde que diesen el 'sorpasso' al Girona al término de la decimoctava fecha, cuando tumbaron sobre la bocina al Alavés (0-1) en Mendizorroza justo después de que el cuadro gironí empatase ante el Betis en el Benito Villamarín (1-1). Ese fue el punto de inflexión de un campeonato en el que la escuadra de Chamartín pegó el estirón definitivo goleando al bloque que entrena Míchel en el Santiago Bernabéu (4-0) en la vigesimocuarta jornada y que abrochó sepultando al Barça (3-2) en el clásico que acogió el coliseo de Chamartín el 21 de abril. Allí se despidieron los azulgranas de una corona que regresa a la capital de España dos años después.

Los registros de la Liga acreditan la fortaleza demostrada por el Real Madrid a lo largo de un torneo que tiene a los blancos como el equipo más goleado y el que menos tantos ha encajado. Destaca especialmente el poderío defensivo exhibido por una escuadra que ha afrontado casi todo el campeonato sin el que iba a ser su cinturón de seguridad cuando preparaba la campaña. Ancelotti ha logrado disciplinar como pocas veces a un bloque que ha hecho de la solidaridad defensiva su principal fortaleza en una temporada en la que el Real Madrid carecía de un nueve de relumbrón.

Además, el flamante campeón ha destacado por su regularidad. No ha habido dientes de sierra para un conjunto que solo ha perdido un partido en lo que va de Liga (el 3-1 registrado el 24 de septiembre del año pasado en el Metropolitano) y apenas ha concedido seis empates: cuatro de ellos a domicilio (frente a Sevilla, Betis, Rayo y Valencia) y los dos restantes en un Bernabéu donde solo han sido capaces de arañar puntos el Rayo y el Atlético.

Los éxitos de un Real Madrid golpeado con crudeza por la rotura de cruzado sufrida por tres de sus principales bastiones defensivos y aparentemente descabezado en la vanguardia difícilmente se explicarían sin la alquimia aplicada por Carlo Ancelotti para compensar las teóricas deficiencias que presentaba una plantilla que, conviene recordarlo, venía de ver partir el pasado verano a su máximo estandarte y capitán, Karim Benzema. La jugada maestra del técnico de Reggiolo pasó por modificar el esquema para potenciar la figura de Jude Bellingham, un todocampista que ha superado las elevadas expectativas que había depositadas sobre el británico, erigiéndose en protagonista estelar del campeonato.

Con el título de Liga guardado ya a buen recaudo, Ancelotti suma doce títulos con el Real Madrid, uno más de los que cosechó Zinedine Zidane y superado solo por los catorce que logró Miguel Muñoz. Se trata de la segunda Liga de Carletto, el único técnico que ha conseguido reinar en los cinco grandes campeonatos europeos, puesto que también triunfó en la Serie A con el Milan (2004), en la Premier League con el Chelsea (2010), en la Ligue 1 con el PSG (2013) y en la Bundesliga con el Bayern de Múnich (2017).

Pese a la marcha en verano de Karim Benzema y la decisión del club de no acometer el fichaje de un nueve de campanillas para suplir al lionés, el Real Madrid ha sabido mantener la pegada que le caracteriza. Para ello, Ancelotti forjó un nuevo e inusual tridente ofensivo en el que Bellingham asumió la condición de mascarón de proa partiendo del vértice superior del rombo en el centro del campo. El inglés, autor ya de 18 tantos en su primera campaña en la Liga, ha tenido a su lado a dos escuderos de lujo como Vinicius y Rodrygo, quienes han dado continuidad a sus notables registros anotadores en el torneo de la regularidad para evitar que el Real Madrid perdiese pólvora.

Cabe destacar también la contribución de Joselu (9 tantos) o de Brahim (6 goles) en un equipo en el que otros ocho futbolistas han visto puerta en el campeonato: Carvajal (4), Tchouaméni (3), Lucas Vázquez (2), Modric (2), Arda Güler (2), Rüdiger (1), Valverde (1) y Kroos (1).

Federico Valverde es otro de los nombres propios de este Real Madrid campeón de Liga. El uruguayo, un soldado tan indestructible como fiable, lidera varios apartados dentro del equipo blanco como el de minutos disputados o el de recuperaciones en una temporada en la que ha basculado entre la posición de doble pivote y la de volante derecho y en la que ha sido el principal factor de corrección en el centro del campo aprovechando un físico privilegiado y una fabulosa capacidad de despliegue. Sus labores defensivas le han impedido llegar tanto al área como el pasado curso pero, pese a ello, ha logrado erigirse también en el principal asistente del Real Madrid en Liga junto a Toni Kroos, con siete pases de gol por cabeza. Vinicius, Rodrygo y Modric han sido otros de los grandes facilitadores de tantos para sus compañeros.

La lesión de Thibaut Courtois a dos días de que el Real Madrid abriese la Liga visitando San Mamés hizo saltar todas las alarmas. De un plumazo, los blancos perdían a uno de los mejores guardametas del mundo y Carlo Ancelotti quedaba en manos de Andriy Lunin, un cancerbero que apenas había disputado 17 encuentros en las tres campañas anteriores y que no suscitaba excesiva confianza a Carletto. El técnico recelaba del ucraniano, hasta el punto de que el pasado verano sopesó con el club la salida del ex del Zorya y el Real Madrid respondió a la lesión de Courtois atando con el Chelsea la cesión de Kepa Arrizabalaga.

El vasco estaba llamado a ocupar el puesto de titular y el eslavo, una vez más, debía quedar relegado al banquillo. Pero la lesión de Kepa en el calentamiento previo al duelo de Champions frente al Braga disputado en el Santiago Bernabéu a comienzos de noviembre alteró el guion y la Supercopa de España celebrada en Arabia a mediados de enero acabó con la bicefalia que alimentó Ancelotti durante varias semanas. El pulso lo ganó Lunin, uno de los artífices del título de Liga logrado por el Real Madrid tras encajar solo trece tantos en 20 partidos y dejar la portería a cero en once ocasiones.

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