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El pasado 20 de mayo, el Betis pisaba el Santiago Bernabéu para medirse a un Real Madrid que, proclamado ya como campeón de Liga, afrontaba el ensayo general para la final de la Champions en París, donde, ocho días después, le aguardaba el Liverpool. ... Finalizado ese duelo, el Santiago Bernabéu bajaba la persiana al fútbol, mientras las obras de remodelación del coliseo del Paseo de La Castellana aceleraban. Atrás quedaba un empate a cero de mero trámite para los blancos, pero que le sirvió a su oponente para atar el quinto puesto en el campeonato doméstico y clausurar un curso brillante que tuvo como punto álgido la conquista de la Copa del Rey en La Cartuja.
Fueron las quintas tablas consecutivas firmadas por los verdiblancos en sus visitas al feudo del hoy catorce veces rey de Europa. Y la quinta vez seguida que salían sin un solo arañazo. Cierto es que el equipo de Carlo Ancelotti jugó aquel día a medio gas, con la mente puesta en su desplazamiento a la ciudad de la Torre Eiffel, pero la igualada refrendaba la condición de rival ulceroso para sus intereses que se ha arrogado el conjunto heliopolitano en los últimos tiempos.
Cuando han transcurrido 106 días de aquella cita, el templo de Chamartín vuelve a abrir sus puertas para un pulso en la cumbre. Tras disputar sus tres primeros partidos de Liga a domicilio y sellar un pleno de victorias, el Real Madrid regresa a casa para recibir a otro equipo que ha comenzado la temporada como una flecha. El Betis de Manuel Pellegrini, un viejo conocido de la parroquia merengue cuya meritoria labor no fue debidamente valorada en la zona noble del Bernabéu porque el 'Alcorconazo' le dejó herido de muerte y el Barça de Pep Guardiola le dio la puntilla, calibra a los blancos en el reencuentro con su hinchada en lo que supone un auténtico test de altura.
«Tenemos una gran sensación al volver al Bernabéu. Pasamos buenos momentos el año pasado y los queremos volver a repetir. Empezamos con un partido complicado ante un buen equipo que va a competir», avisó Ancelotti, que recordó que la tropa del Ingeniero «está en una buena dinámica y tiene confianza», tras dar cuenta de Elche, Mallorca y Osasuna en un triplete de enfrentamientos en los que el bloque andaluz solo encajó un gol.
Las huestes del transalpino encaran las primeras curvas de la temporada con la disputa de cinco partidos en el espacio de quince días. El martes arranca la Champions y los blancos se sumergen en un calendario frenético que pondrá a prueba su profundidad de plantilla antes del parón de selecciones. La buena noticia es que tres de esos choques tendrán por escenario la guarida merengue y Ancelotti confía en aprovechar el empuje de la afición para que el Real Madrid mantenga la velocidad de crucero.
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«Somos favoritos por lo que hicimos el año pasado. Cada temporada tiene su dinámica. Va a ser una Liga más competida que el año pasado y la Champions, lo mismo», avisó el técnico del Real Madrid, que solo tiene las bajas de Odriozola y Vallejo. Recupera a Nacho, que se perdió el partido de la pasada jornada ante el Espanyol por una contractura en el muslo izquierdo, lo que significa que tiene el panorama despejado para seguir aplicando la política de rotaciones que ha diseñado para lidiar con el curso más exigente que se recuerda.
Lo más probable es que refresque los laterales, después de oxigenar a Carvajal y Mendy en Cornellà. La conveniencia de seguir puliendo los automatismos en el centro del campo invita a mantener la apuesta por Tchouaméni como guardaespaldas de Modric y Kroos, o viceversa, teniendo en cuenta que el pivote normando también es un activo a considerar cuando se descuelga en ataque, como demostró con su asistencia a Vinicius en el recinto perico. Arriba, Rodrygo pide sitio, pero Valverde se hace fuerte.
Por su parte, el Betis acude al litigio con el alivio de haber tramitado al fin las inscripciones pendientes. La renovación de William Carvalho y la buena disposición de Fekir para redistribuir su salario abrieron espacio para los 'refuerzos' de Claudio Bravo y Willian José, vitales para un equipo que superó sus tres primeros escollos con un banquillo famélico en número de efectivos. «Pudimos mantener a todos los jugadores, era muy necesario para el proyecto», respiró Pellegrini.
El chileno tiene las ausencias de Pezzella, sancionado por la roja directa que vio frente a Osasuna, y del citado William Carvalho, con un edema en el tobillo. Pese a ello, confía en que los verdiblancos muestren personalidad y mantengan su duende en el coso blanco. «Siempre se puede volver a hacer si lo hemos conseguido cinco veces. Hay que ser el equipo de siempre», reivindicó.
No pudo tener un mejor regreso el fútbol al Santiago Bernabéu. El coliseo merengue, huérfano de la pelota desde la última jornada de la pasada Liga, fue testigo de un pulso trepidante entre Real Madrid y Betis, dos naves que han salido de puerto viento en popa a toda vela. Valientes, nobles en el esfuerzo y rezumando calidad por los cuatro costados, demostraron por qué nadie había logrado resistírseles en un inicio de temporada sobresaliente. Cargaron con todo, recordando que todavía hay nivel suficiente en el campeonato patrio para que sus mejores chispazos aguanten el brillo cegador de la Premier.
Los blancos soltaron amarras primero con una diana de Vinicius, que ha devenido en una combinación explosiva entre la potencia de Mbappé, la capacidad resolutiva de Ronaldo Nazário y la pillería de Raúl González. Guiados por un Canales soberbio, a la vez juez y parte, los verdiblancos alcanzaron pronto a la nao de Ancelotti. Pero en la segunda parte emergió Rodrygo, ese diablo con cara de ángel cuyo nombre y apellidos riman con gol para decantar el pleito a favor del vigente campeón y ya líder en solitario de esta Liga incipiente.
Ancelotti apostó por un once inicial rebosante de polenta en el que irrumpieron Camavinga y Rodrygo, la dupla de las remontadas europeas, para refrescar a Kroos y Valverde. Regresaron también Carvajal y Mendy a los laterales con el objetivo de aplicar más cemento a la retaguardia del campeón de Liga y de Europa en la puesta de largo este curso de un reluciente Santiago Bernabéu vestido de etiqueta para recibir a un Betis que también acudió con cuatro variantes en la alineación de Pellegrini respecto a la última jornada.
Real Madrid
Courtois, Carvajal (Rüdiger, min. 90), Militao, Alaba, Mendy, Tchouaméni, Modric (Kroos, min. 79), Camavinga (Valverde, min. 63), Rodrygo (Ceballos, min. 79), Benzema y Vinicius.
2
-
1
Betis
Rui Silva, Sabaly (Ruibal, min. 70), Luiz Felipe, Edgar, Álex Moreno, Guido Rodríguez, Guardado (Joaquín, min. 70), Canales, Juanmi (Willian José, min. 70), Fekir (Luiz Henrique, min. 11) y Borja Iglesias.
Goles: 1-0: min. 9, Vinicius. 1-1: min. 17, Canales. 2-1: min. 64, Rodrygo.
Árbitro: Sánchez Martínez (Comité Murciano). Amonestó a Édgar.
Incidencias: Partido correspondiente a la cuarta jornada de Liga, disputado en el Santiago Bernabéu ante 58.579 espectadores.
Una de esas alternativas de los verdiblancos retaba a Sabaly con Vinicius. Y por ahí perdió pie el cuadro andaluz de entrada. Un envío con catalejo de Alaba permitió al brasileño eludir la vigilancia del senegalés y ganarle la partida a los centrales visitantes para plantarse frente a Rui Silva, al que superó con una preciosa vaselina fruto de un borceguí de seda. Para entonces, el Real Madrid acumulaba 468 minutos sin batir como local al Betis. El carioca fue el zahorí que descubrió el pozo encargado de acabar con la sequía.
El mazazo fue doble para el cuadro helipolitano, que de inmediato perdía el embrujo de Fekir, lesionado en los isquios a las primeras de cambio. Pero los verdiblancos tienen una moral a prueba de bombas y se repusieron enseguida. Un saque de banda pilló con la guardia baja a Carvajal y permitió a Canales rebasar a Courtois con un disparo a quemarropa. Tablas de nuevo en un duelo vibrante. Porque el Real Madrid también tardó un parpadeo en levantarse de la lona. Rodrygo apuró por la izquierda y sirvió un centro letal a Vinicius, que remató alto cuando Rui Silva se daba por vencido. Mas el luso reclamó a renglón seguido su cuota de protagonismo, sacando una mano de titanio a un testarazo imperial de Tchouaméni, también un toro bravo en área ajena. Un endiablado intercambio de golpes.
En semejante escenario descollaba Vinicius, cuya metralla, persistencia, confianza y capacidad de desequilibrio resultan infinitas. Sirvió en bandeja de plata un balón de oro a Benzema que no supo aprovechar el lionés. Las acometidas del '20', habilitado en varias ocasiones por los dos francotiradores que el Real Madrid dispuso como centrales, descosían a la zaga del Betis, pese a que sus integrantes se han convertido en alumnos aventajados bajo la supervisión de Pellegrini, aunque los verdiblancos se las compusieron para alcanzar el descanso sin más heridas.
El paso por vestuarios no disminuyó la electricidad del Real Madrid. La adrenalina de sus jóvenes activos empujaba a los blancos, que echaban de menos, pese a ello, los habituales reflejos de Benzema, aún lento en la salida de tacos. Ante ello, el Betis apelaba al dinamismo en las transiciones para amenazar a un campeón volcado en ataque en un choque de ida y vuelta. La Liga agradece que todavía subsistan esgrimistas con tanto arrojo.
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Canales era el Gandalf verdiblanco; Modric, el Merlín blanco. Con tanto mago suelto, no extrañaba un duelo con semejante hechizo. El cántabro deslumbraba con su varita; el croata siempre sabe sacarse un conejo de la chistera. Este último fungiría como vértice de la triangulación que volvió a romper las tablas, con Valverde, relevo de Camavinga, decisivo otra vez irrumpiendo por la derecha para que Rodrygo embocase a la red. El charrúa es un puñal por el costado; el brasileño, un diamante en el área.
Modric tuvo la sentencia después de que un balón descolgado por Rodrygo besase el travesaño, pero el siempre divino golpeo con el exterior del balcánico erró esta vez por milímetros. Envidó Pellegrini metiendo a Ruibal, Willian José y Joaquín de una tacada. Justo se cumplían 22 años de debut como profesional del portuense, otro genio incombustible. El Bernabéu le dio cariño. Nada que ver, claro, con el amor indestructible que siente por el duende de Zadar, ovacionado cuando se retiró junto a Rodrygo para que Ancelotti sumase el temple de Kroos y la pausa de Ceballos a la causa del anfitrión, hasta ahora ingobernable.
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