El Girona da el golpe ante el Barça y es líder en solitario

Era una noche de etiqueta y lo sabía el Lluis Companys. El feudo culé registró una gran entrada para el derbi catalán y para recibir a uno de los gallitos de la competición. Y es que el Girona merecía las mejores galas y lo sabía Xavi, que aprovechó para poner ese once que empieza a recitarse de memoria, con Cancelo en el carril zurdo, con los jugones y con Raphinha y Joao Félix al servicio de Lewandowski. Todo era idílico, pero se iba a torcer muy pronto, tan rápido como a los visitantes les dio por presentar credenciales.

El equipo de Míchel se sabía el libreto y sacó a relucir la personalidad que ha tenido desde el inicio de curso. Sorteó la presión rival en campo contrario y en un visto y no visto puso patas arriba el choque con un gol de Dovbyk a la carrera. El ucraniano pilló adelantada a la zaga culé y aprovechó una jugada de Yan Couto y Tsygankov para dar ventaja a los suyos e iniciar un tiroteo que a los culés a larga no les iba a convenir. Y eso que el Barça respondió con un cabezazo de Lewandowski en un saque de esquina que igualó la contienda, pero iba a ser un espejismo.

Fue así porque el frenesí ya no se iba a detener en todo el encuentro. El Barça trató de ponerse el cinturón de seguridad, pero el Girona ya había visto la grieta por la que su rival podía hacer aguas. De poco sirvió que los culés quisieran tener un mayor control de la pelota. La grada contenía el aliento con cada transición de los Savinho, Couto, Dovbyk y compañía. La amenaza era constante y en una de esas Miguel Gutiérrez condujo hasta llegar al área y se sacó de encima un zapatazo que premiaba la osadía de los de Míchel, el justo premio para un equipo valiente y con personalidad.

Tras la reanudación, el Barcelona subió las pulsaciones. Frenkie de Jong y Pedri se hicieron con los mandos, mejoraron la circulación y comenzaron a llegar ocasiones a cuentagotas. El propio neerlandés, Gündogan y Raphinha probaron fortuna desde fuera del área pero se toparon con Gazzaniga y con la solidez de un Girona que permitía conducciones por el centro, pero que seguía siendo sólido en los costados, allí donde seguían sin protagonismo los extremos culés.

El Barça necesitaba reaccionar, los minutos corrían, y Xavi probó a agitar la coctelera. El egarense introdujo a Balde, Ferran Torres y Lamine Yamal para ensanchar el campo, pero el guion del encuentro seguía siendo peligroso para los azulgranas, muy expuestos tras los cambios. El desequilibrio lo aprovechó a la perfección un Girona capaz de adaptarse a cada fase del encuentro.

Míchel varió los puntas, buscó el tercero y lo encontró en un balón largo que domó Stuani y que definió Valery ante la falta de contundencia de Araujo y Koundé. Fue la sentencia para un partido que todavía iba a tener dos goles más en el descuento. Marcaron Gündogan y Stuani en un partido en el que el Barça no supo cambiar de registro y en el que se topó con el flamante líder de la competición, un Girona que día a día se hace más grande y tiene las ideas más claras.