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Las convulsiones del mercado dejan paso al fútbol en el Real Madrid, que se desplaza a Vigo para medirse al Celta. Lo hará en un contexto un tanto complejo para afrontar el segundo compromiso liguero del curso, la visita a un estadio donde la temporada ... pasada asestó un buen golpe a la Liga. Fue en aquel duelo de los tres penaltis, marcado por la polémica y resuelto con dos goles de Benzema desde los once metros. Sirvió para no dar alas al Barça después del descalabro madridista en el clásico del Santiago Bernabéu de la jornada anterior (0-4), pues evitó que los azulgranas recortasen distancias con el líder y apagó el conato de reacción culé, propiciando una plácida resolución del campeonato en favor de los intereses blancos.
La situación ahora es completamente distinta. La temporada apenas ha levantado el telón, pero todos los ojos estarán especialmente puestos en la actuación de Tchouaméni. El mediocentro defensivo francés, que llegaba al Madrid para crecer progresivamente al amparo de Casemiro, ve ahora cómo su situación cambia drásticamente con la más salida del brasileño. Será el único jugador de esas características de la plantilla blanca y su evaluación continua comenzará ya sobre el césped de Balaídos, pues a la baja del nuevo jugador del United se une la ausencia de Kroos por un proceso gripal.
Así las cosas, a Carletto le quedan cinco centrocampistas en su convocatoria, por lo que si Valverde repite en el costado derecho del ataque la medular del Madrid en Vigo estará formada por Modric, Tchouaméni y Camavinga, con Ceballos a la espera de una oportunidad desde el banquillo. Por lo demás, todo apunta en el once blanco al incuestionable Courtois bajo palos, una defensa de gala formada por Carvajal, Militao, Alaba y Mendy en la que solo repetiría el lateral izquierdo francés respecto al encuentro en Almería, además de los indiscutibles Vinicius y Benzema junto a Valverde en el frente de ataque.
Mientras, en el Celta el Chacho Coudet cuenta con toda su plantilla a disposición a excepción del apartado Denis Suárez, del que desde el club olívico esperan que en los próximos días resuelva su futuro y siga el camino del ya exceltiña Santi Mina, recién fichado por el Al Shabab de Arabia Saudí. Con estos ingredientes, el técnico argentino apostará previsiblemente por la continuidad respecto al equipo inicial contra el Espanyol, con las únicas dudas entre Solari y Carles Pérez para la banda derecha o la entrada de Renato Tapia para reforzar la función de contención frente a uno de los rivales más temibles de la Liga.
El Real Madrid superó el shock provocado por la inopinada salida de Casemiro al Manchester United con una goleada en Balaídos que sirvió para calmar las aguas tras una semana convulsa en Valdebebas. Vinicius y Valverde, dos de los principales exponentes de esa savia nueva que ha revitalizado al equipo de Chamartín, completaron en la segunda parte el despliegue de pirotecnia ofensiva del cuadro de Carlo Ancelotti que habían abierto sus dos clásicos más clásicos: Benzema y Modric. El Celta, osado y punzante mientras le duró el fuelle, acabó sucumbiendo en medio de las ráfagas de un conjunto desordenado en el preludio, pero desabrido y lozano en el epílogo del choque que inauguró una nueva era ya sin el pivote que marcó época con la zamarra blanca.
Como sucediera la pasada campaña en aquel encuentro que fue llave para que el Real Madrid encarrilase la Liga, el choque resultó pródigo en lo tocante a las imprudencias en las áreas. La primera, de Tapia al blocar con el brazo un disparo de Alaba tras un balón aéreo ganado por Tchouaméni, sirvió para que Benzema adelantase al equipo de Ancelotti y refrendase su condición de bestia negra del Celta, al que le ha marcado 12 goles en 19 partidos, ocho de ellos en los cuatro últimos pulsos que ha librado contra el conjunto olívico. Y aún pudo elevar su cuenta de no ceder otra pena máxima a Hazard que malogró el belga. La segunda, de Militao al desviar el cuero con la zarpa en una pugna con Paciencia, la aprovechó Iago Aspas para reequilibrar el marcador y devolver aire a un Celta que había planteado sin complejos un duelo de esgrima al vigente campeón de Liga.
Eduardo Coudet busca que su Celta sea atrevido y vistoso con la pelota, sin importar el rival. Contra el Real Madrid, el técnico argentino fue derecho a la yugular con una presión muy elevada que asignó al cuadro visitante un papel reactivo durante buena parte del primer acto. Con Tchouaméni y Camavinga aún en fase de aprendizaje de los mecanismos imprescindibles para desarrollar un buen gobierno de los partidos, al equipo de Ancelotti le faltaba el poso en el centro del campo propio de quien debía comparecer como cabeza de cartel.
Celta
Marchesín, Hugo Mallo, Aidoo, Unai Nuñez, Javi Galán, Tapia (De la Torre, min. 86), Fran Beltrán, Cervi, Óscar (Veiga, min. 78), Iago Aspas y Paciencia (Carles Pérez, min. 69).
1
-
4
Real Madrid
Courtois, Carvajal (Rüdiger, min. 69), Militao, Alaba (Lucas Vázquez, min. 77), Mendy, Tchouaméni, Modric (Ceballos, min. 77), Camavinga (Asensio, min. 82), Valverde, Benzema y Vinicius (Hazard, min. 82).
Goles: 0-1: min. 13, Benzema, de penalti. 1-1: min. 22, Iago Aspas, de penalti. 1-2 min. 41, Modric. 1-3: min. 56, Vinicius. 1-4: min. 66, Valverde.
Árbitro: Gil Manzano (Comité Extremeño). Amonestó a Tapia, Carvajal, Alaba y Hugo Mallo.
Incidencias: Partido correspondiente a la segunda jornada de Liga, disputado en el estadio de Balaídos ante 15.681 espectadores.
De esa condición de actor casi secundario le rescató Modric, el único superviviente en Balaídos de una medular legendaria convertida ya en un recuerdo del pasado. El croata, que salió ovacionado del recinto celeste, recogió el esférico en tierra de nadie y se sacó de la manga un derechazo desde fuera del área que convirtió a Marchesín en mero observador de uno de los mejores tantos en lo que va de campeonato. El Celta apretaba desde el colectivo, pero el Real Madrid se revolvía a golpe de talento.
El desarrollo del choque plasmaba algunas de las virtudes que pueden adornar a este Real Madrid incipiente de mayor vigor físico, pero a la vez exponía las carencias que todavía arrastran los jóvenes que están llamados a ejecutar el cambio de guardia. Extraordinariamente dotados para el alboroto, aún sufren cuando de imponer orden se trata y dan carrete al adversario con pérdidas fácilmente evitables en la fase de creación que deslucen su entrega. Precisamente uno de los registros en los que mejor se manejaba la extinta trinidad de maquinistas que impulsó al Real Madrid durante casi una década.
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Por suerte para la escuadra de Ancelotti, el Celta propuso un enfrentamiento sin cadenas. Y ahí nadie se mueve mejor que el Real Madrid. Mientras el cuadro celeste protestaba una supuesta mano de Militao en el área que en ningún caso podía ser punible puesto que el central estaba de espaldas a la pelota y con el brazo pegado al cuerpo, Vinicius se lanzó en estampida para plantarse solo frente a Marchesín y sellar el tercero tras burlar al cancerbero. Explotando esa misma vía llegaría el cuarto tanto de los visitantes. Robó Tchouaméni, voló Vinicius y empaló Valverde recogiendo un balón que tenía como destinatario a Benzema. Al Celta se le habían agotado las fuerzas y el Real Madrid acabó asfixiándole a base de músculo.
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