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José Javier Viera
Madrid
Jueves, 1 de junio 2023, 13:08
Desde Eindhoven hasta Budapest, pasando por Glasgow, Turín, Varsovia, Basilea y Colonia, nadie quiere a la Europa League como el Sevilla. En una temporada con aires de ser la más complicada de la historia reciente del club, despidiendo a dos entrenadores y luchando por la ... permanencia en Liga, el conjunto hispalense volvió a ratificar su reinado en su competición fetiche al conseguir su séptimo título.
Después de igualar el tanto inicial de Dybala, hacer oídos sordos a las protestas de los jugadores y el cuerpo técnico que llevaron a la máxima expresión el método Mourinho, enfrentarse al duro entramado defensivo conformado por la Roma y combatir en una férrea batalla que alcanzó los 147 minutos de juego, como ya ocurriera en 2007 contra el Espanyol y en 2014 ante el Benfica, los 11 metros iban a decidir quién levantaría el trofeo. Y ahí emergió la figura de Bono.
El guardameta marroquí, elegido mejor jugador de la final, sostuvo al cuadro nervionense en la prórroga al sacar una mano prodigiosa ante Belotti en una falta ensayada y en la tanda confirmó su condición de parapenaltis. Frente a España en el Mundial añadió a Busquets y a Carlos Soler a su lista de víctimas y, esta vez, se hizo gigante ante Mancini e Ibañez.
Con su carácter tranquilo, manteniendo la calma en los momentos donde los nervios están a flor de piel, Bono cogió el testigo de Palop y Beto en la lista de porteros que le han dado al Sevilla una Europa League. El valenciano detuvo en Glasgow tres lanzamientos de los pericos y en Turín fue el turno del portugués, que atrapó dos penas máximas de sus compatriotas.
«He vivido un montón de momentos así y entendí que hay que tener mucha calma para afrontarlos. También es lo que me transmiten mis compañeros. Yo siempre dije que soy un trabajador del club que está preparado para responder a las necesidades del Sevilla, Mendilibar confió en mí y yo tenía que devolverle la confianza», declaró al término del encuentro.
El destino le tenía preparado este curso a Gonzalo Montiel dos momentos en tan solo cinco meses que todos los futbolistas sueñan con hacer en su carrera, marcar el penalti decisivo que convierte a su equipo en campeón.
El lateral derecho ya anotó la pena máxima que dio el Mundial a Argentina y, al igual que en el estadio de Lusail, adelantando su turno en la lista, asumió la responsabilidad de tirar el último lanzamiento. En su primera oportunidad Rui Patricio atajó su disparo, pero el VAR avisó que el guardameta portugués se había adelantado. A la segunda, ya no perdonó.
«Me tocó definirlo a mí. Fue una lástima porque había errado, pero cuando vi que se adelantó y tenía otra oportunidad no la desperdicié. Ya había ganado el Mundial, ahora la UEFA, soy un privilegiado, doy gracias a Dios por levantar otra copa«, dijo en zona mixta arropado por una bandera con el escudo de su barrio, los nombres de tres amigos fallecidos y una foto suya y de la Copa del Mundo. La temporada 22-23 ya es suya.
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