«Yo también quiero vivir mi vida en libertad, sin miedos, sin prejuicios y sin violencia. Pero con amor. Soy homosexual y ya no quiero esconderme». La declaración la hace un futbolista profesional: Jakub Jankto, internacional con su país, la República Checa, donde juega cedido ... por el Getafe. Es el primero en activo en la élite europea en dar el paso. A día de hoy nadie con contrato en las primera divisiones de Europa con algún equipo había sido capaz. Justin Fashanu -que acabó quitándose la vida- anunció que era homosexual en una entrevista en el diario The Sun cuando jugaba en el Leyton Orient inglés, Jake Daniels dio el paso el año pasado con la camiseta del Blackpool - equipo de segunda categoría del fútbol de Inglaterra, Thomas Hitzlsperger, internacional con Alemania, lo hizo una vez retirado de los terrenos de juego y también hay ejemplos en Estados Unidos, con Collin Martin y David Testo, Australia con Josh Cavallo o Brasil con el brasileño Emerson Sheik. Este último, en las filas del Corinthians subió a Instagram una foto besando en la boca a un amigo y sus propios aficionados lo recibieron en el campo de entrenamiento con pancartas que decían: «Vete a besar a la puta que te parió» y «Este es un lugar de hombres».
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«Sigue habiendo muchos que le escriben mensajes privados y le amenazan. Es terrible que siga ocurriendo esto. Extraños que se interesan por la vida de los demás», relata la exmujer de Jankto, Markéta Ottomanska, en la web checa Idnes.
El fútbol no ha podido aún con una barrera que la sociedad ya ha superado en todos sus ámbitos y a día de hoy permanece el tabú sobre la homosexualidad. «Este paso ayudará a muchas personas. El mayor termómetro de todo lo que queda por andar es precisamente la poquísima visibilidad de deportistas LGTBI que hay», apunta Víctor Gutiérrez, jugador de waterpolo y primer hombre deportista de equipo en salir del armario en España. El actual secretario de políticias LGTBI del PSOE y autor del libro 'Balón amarillo, bandera arcoiris: El deporte de élite sale del armario', cree que mensajes como los del futbolista checo son vitales «porque enseñan al mundo que ocupamos espacios en los que históricamente se nos insulta y discrimina».
«Ojalá empiece a resquebrajarse este armario que aún existe en el fútbol masculino; este caso es muy positivo y va a ser un referente y punta de lanza que esperemos que sirva para que otros compañeros/as del llamado 'deporte rey' puedan visibilizarse tal cual son», indica en una entrevista con este medio José Luis Lafuente, miembro de la Comisión Ejecutiva de la Federación Estatal LGTBI+, que ahonda en que esto es un ejemplo «fantástico» de cara a la adolescencia y personas jóvenes que se meten en el mundo deportivo «para que no tengan que esconderse de nada».
«El fútbol es el último reducto de masculinidad», expone la psicóloga y socióloga Alicia López Losantos en una conversación con este medio, en la que apunta un ambiente «crispante» para los homosexuales en el fútbol, expuestos ante radicales en las gradas: «No es lo mismo que alguien te insulte de forma individual que lo hagan a la misma vez más de 30.000 personas, la presión del grupo es muy importante para la persona y existe un número importante de aficionados con el nivel de crueldad inadmisible», lamenta. La experta cree que desde los propios clubes así como de las altas instituciones debe haber «labor educativa para que no se normalice el hostigamiento» y penalice las actitudes homófobas para que así se pudiera facilitar que los deportistas, futbolistas en particular, pudieran expresar su condición sexual sin ningún miedo.
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En el fútbol, el insulto homófobo continúa siendo polivalente y aún se sigue escuchando con facilidad el 'maricón' como cántico que queda impune en cualquier estadio: Desde los 80 con Míchel hasta el reciente caso de Cristiano Ronaldo en un Clásico en 2016, pasando por Guti, Guardiola o Piqué, entre otros. Cada cierto tiempo le toca a uno. «Hay que estar psicológicamente muy preparado para estar dispuesto a enfrentarte cada fin de semana durante toda tu carrera a miles de personas insultándote. Es importante que se sancionen este tipo de comportamientos», señala Gutiérrez, víctima de la primera sanción por homofobia en la historia del deporte en España (abril de 2021) después de que otro waterpolista le llamara 'maricón'.
La nueva Ley del Deporte, aprobada por el Congreso el pasado 22 de diciembre recoge como conducta sancionable la discriminación contra el colectivo LGTBI. Con el objetivo de establecer los mecanismos oportunos de sanción, se quiso modificar la Ley de 2007 contra la violencia, el sexismo, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte para que recoja de manera expresa «la discriminación por razón de orientación sexual, identidad sexual, o expresión de género». De esta manera se fija la protección de todo el colectivo LGTBI al otorgar a la Comisión Antiviolencia la capacidad de actuar ante este tipo de discriminaciones. La ley permitirá suspender competiciones y hasta desalojar instalaciones, aunque del dicho al hecho, hasta la fecha hay un trecho.
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En una entrevista reciente en la cadena de radio RAC-1, el presidente de LaLiga, Javier Tebas, aseguró que su organización había denunciado no menos de 15 veces los gritos racistas u homófobos. Sin embargo, y hasta la fecha, aún no se ha cerrado ningún estadio de Primera o Segunda por hechos así. «Si realmente tenemos homosexuales entre nuestros futbolistas, que probablemente los haya por porcentaje, sería bueno si piensan que cohíben su personalidad. Me parecería perfecto que algún jugador lo hiciese. Pero no porque sea bueno para la sociedad. Lo que no pude ser es que deban ocultarlo», dijo el mandamás de la liga española.
En 2021 el Gobierno de Pedro Sánchez puso número a los futbolistas homosexuales de nuestro fútbol. Lo hizo al presentar una proposición no de ley presentada en el Congreso con el fin de poner fin a comportamientos contrarios a la libertad sexual, especialmente en el fútbol. En esta iniciativa, el PSOE proponía la suspensión durante 5 minutos de la competición cuando se produzcan «actos intolerables contra la comunidad LGTBI, racismo o violencia contra las mujeres». Asimismo, contemplaba cursos para formar al personal directivo, técnico y deportivo en el respeto a la diversidad en general y a la realidad de las personas LGTB en particular. En la proposición se indica que en el mundo del fútbol habría algo más de 42.000 jugadores LGTBI federados de los cuales «142 lo harían como profesionales», según se extrae de un estudio realizado por las Universidades de Córdoba y Sevilla, dirigido por David Jesús Moscoso y Joaquín Piedra. Un 6% de la población europea se declara, abiertamente, homosexual, así que aunque solo sea por estadística está claro que en los equipos de fútbol tiene que haber homosexuales.
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«Si alguna superestrella lo anunciara las cosas cambiarían mucho», considera Losantos, que agradece que estos casos sirvan para «normalizar más este tema», pero que ve difícil que otros sigan el camino de Jankto por el coste que supone para ellos, al ser un jugador poco popular que no destaca como referente, por lo que -lamenta- seguiría considerándose la heteronormatividad (estado en el que se considera la heterosexualidad como lo normal) dentro del mundo del fútbol. La heteronormatividad son el conjunto de presunciones culturales que tenemos en el imaginario colectivo que señalan las relaciones afectivas, románticas o sexuales hetero como las «normales o naturales».
La socióloga es escéptica con el cálculo realizado en cuanto a futbolistas homosexuales ya que en este caso existe un tema cultural impuesto por las familias o ambientes en el que se desarrolla la persona desde niño. «Puede ser que desde pequeños tengan gusto por otras actividades debido al 'rol social' que se establece de los deportes, al menos hasta no hace mucho tiempo», indica.
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«Yo no los conozco. Nunca he conocido un jugador gay. Llevo toda mi vida en un vestuario viendo a los jugadores y no he conocido a ninguno, o habrán estado muy bien escondidos», decía el exseleccionador nacional José Antonio Camacho en una entrevista en 2014. «Si digo lo que pienso se monta un follón. ¿Si hay maricones en el vestuario? Es un problema de ellos y no me afecta pero espero que no...», afirmaba el exmadridista Antonio Cassano allá por 2012. Declaraciones homófobas por las que fue multado por la UEFA.
En la edición alemana de la revista GQ, Toni Kroos, actual centrocampista del Real Madrid, parece dar en el clavo de por qué no hay más deportistas de élite, en particular en el fútbol, fuera del armario: autocensura, exceso de identidad masculina en este deporte y apoyo social. «Mi sentido común, por supuesto, me dice que todos deberían ser libres de vivir su sexualidad en el Siglo XXI, pero no sé si aconsejaría a un futbolista salir del armario. A veces se lanzan insultos en el campo, y dadas las emociones de los fanáticos en el estadio, no se puede garantizar que eso no devalúe el ánimo del jugador. Esto no debería suceder, y el futbolista tendría mucho apoyo de su entorno, pero tienes que decidir personalmente si para ti va a suponer una ventaja o una desventaja en el campo. No creo que hoy sea una ventaja».
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Lafuente apunta que a la FELGTB «hace muchos años algún jugador nos planteó la posibilidad de salir del armario, y cuando se analizó el entorno era mejor no hacerlo debido a que las consecuencias de hacerlo eran peores que los beneficios». El portavoz de la organización recuerda cómo la extinta revista Zero -icono del movimiento gay- tuvo la posibilidad de que en su portada saliera un futbolista en su portada y realizar algunos reportajes con varios de ellos, pero una vez analizado el caso y parece ser que por alguna que otra censura y presiones de la época, se decidió que no se hiciera público: «No se si a día de hoy ocurriría lo mismo; antiguamente uno de los grandes miedos era perder patrocinadores pero ahora dentro del mundo empresarial el tema de la diversidad sexual está a la orden del día y se visibiliza sin problemas», señala.
De la misma manera que el centrocampista alemán del Real Madrid señala el delantero francés del Milan Olivier Giroud, cuando en una entrevista a Le Figaro apunta que el deporte en general, y el fútbol en particular, no han progresado lo suficiente como para que la orientación sexual de cada uno se asuma con naturalidad: «Es imposible declararse homosexual en el fútbol», apunta el internacional galo, siempre concienciado con la causa LGTBI y que en varias ocasiones ha mostrado públicamente su postura favorable a que el deporte se abra. Paco Jémez, según el diario Público en una entrevista en 2013, aseguraba que España «no está preparada para un futbolista gay» y que, de haberlo, «tendría que retirarse», porque «sería motivo de mofa».
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En The Times, el español Héctor Bellerín, actual jugador del Sporting de Lisboa, habló sobre la homofobia que hace que este deporte aún no esté preparado para asimiliar que los futbolistas confiesen su homosexualidad. Según sus propias declaraciones, «es imposible que alguien sea abiertamente gay en el fútbol. El problema -opinaba- es que los aficionados tienen una idea de cómo un futbolista debe vestirse, cómo debe comportarse y cómo debe hablar». Coincide en la tesis con el ex entrenador holandés Louis Van Gaal, que reflexiona en una entrevista reciente que en general, «esto no se discute en el mundo del fútbol. Hay una realidad pasada de moda y es muy conservador en cuanto al pensar y al hacer. En el fútbol hay que tener mucho coraje y fuerza para salir del armario».
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