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En Irlanda hoy es día de luto nacional. Shane MacGowan, el alma de los Pogues, ha fallecido a los 65 años tras perder la batalla contra la encefalitis viral, una enfermedad potencialmente mortal que provoca inflamación del cerebro y que le obligó a estar entrando ... y saliendo del hospital durante meses. Su esposa, Victoria Mary Clarke, anunció en un post de Instragram la muerte del cantante con la peor dentadura de la historia del rock: «No sé cómo decir esto, así que simplemente lo voy a decir. Shane, quien siempre será la luz que tengo ante mí y la medida de mis sueños y el amo️r de mi vida, y el alma más hermosa y el ángel más hermoso y el sol y la luna y el comienzo y el final de todo lo que aprecio, se ha ido para estar con Jesús y María y su hermosa madre Teresa».
El villancico más bello jamás escrito, 'Fairytale of New York', contiene un sinfín de insultos que se dedican su autor, Shane MacGowan, y la cantante Kirsty MacColl. En algunas emisoras británicas se emite con pitidos para tapar palabras como 'faggot' (maricón). La canción cuenta la pelea de una pareja -ella yonqui, él alcohólico- a la vez que reflexiona sobre la emigración irlandesa, un drama que vivía un pico histórico a mediados de los 80, cuando los Pogues sonaban a todas horas. Ha pasado mucho tiempo y quizá no somos conscientes de que MacGowan, con su dentadura imposible, voz cazallera y borrachera perpetua, llegó a ser el irlandés más famoso del planeta.
El documental 'Crock of Gold. Bebiendo con Shane MacGowan', Premio Especial del Jurado en el Festival de San Sebastián, donde estuvieron su director, Julien Temple, y su productor, el actor Johnny Depp, reivindicaba al líder de los Pogues mediante un apabullante despliegue de imágenes de sus conciertos, trozos de películas, material de archivo y animaciones obra del ilustrador Ralph Steadman, colaborador del escritor Hunter S. Thompson, otra de las obsesiones de Depp. Un filme abrumador, deslumbrante, que en esta era de documentales de Netflix con bustos parlantes demuestra que se puede ser imaginativo en el género y contagiarse del espíritu punk que su protagonista ejemplifica a la perfección.
MacGowan (Pembury, Reino Unido, 1957) lo tenía todo en su contra para ser una estrella del rock y sin embargo triunfó. A los seis años ya trasegaba pintas de cerveza. «En aquella época pensaban que había que acostumbrar a los niños al alcohol desde pequeños, así no abusaban de mayores», relata en el filme. Sus primeros años en una Irlanda rural que mitifica alimentarán todo su imaginario. Temple arranca 'Crock of Gold' (caldero de oro, un elemento del folclore irlandés) con los Pogues en la cumbre para acto seguido mostrarnos a MacGowan, confinado en la actualidad en una silla de ruedas. «Su estado de salud no es muy bueno», certificaba Julien Temple el pasado abril a EL CORREO. «No se mueve, y eso tiene consecuencias para el cuerpo. Ya no bebe como antes, para emborracharse e ir de fiesta. Toma continuamente pequeños sorbos de vino blanco en un proceso lento de borrachera. Entra y sale del hospital. Habría que encontrarle una motivación para conseguir que anduviera y que escribiera nuevas canciones. Pero sigue teniendo una mente tan afilada como una cuchilla».
Los subtítulos son imprescindibles para entender el cerradísimo acento 'irish' de MacGowan, que charla en el documental con Johnny Depp y Gerry Adams, el expresidente del Sinn Féin. Aquel punki que se hizo famoso por acabar cubierto de sangre en los conciertos de los Sex Pistols tuvo la lucidez de devolver el orgullo a los irlandeses. Lo hizo poniendo al día la música tradicional y convirtiendo los conciertos en jaranas donde los músicos estaban igual de beodos que el público. «Alguna vez tocamos sobrios, pero lo pasábamos mejor borrachos», certifica. Firme defensor del IRA, MacGowan diserta sobre James Joyce o Yeats, aunque sea para ponerlos a parir. No se arrepiente de sus excesos y reconoce que hoy se volvería a enganchar a la heroína si tuviese la oportunidad.
«Shane es un símbolo de la supervivencia contra las dificultades, en cierto sentido es un símbolo de la historia de muchos irlandeses», reflexiona Julien Temple. «La hambruna de 1840 provocó la diáspora de irlandeses que emigraron a Nueva York o a Australia. En las canciones tradicionales está presente ese sentimiento de tristeza. Creo que por eso los irlandeses se identifican con Shane, que siempre se ha sentido irlandés pese a pasar su infancia en Londres o ir a un colegio, Westminster, donde estudiaron muchos primeros ministros. Shane se identificaba con la historia irlandesa, tenía una visión romántica de la vida en la granja, una creencia central en la manera de ser y existir que se refleja en sus canciones».
'Crock of Gold' puede verse así como un particular acercamiento a la historia y el alma irlandesas a través de la vida de un hijo pródigo y alcohólico, que en su 60 cumpleaños recibió un homenaje al que no faltaron Bono, Johnny Depp y el mismísimo presidente del país. «Si Shane hubiese estado toda su vida en Irlanda, seguramente se habría muerto por largarse», apunta Julien Temple. «En el Londres de los inicios del punk, encontró su sitio en el momento justo. Ser irlandés no era nada fácil, sabías que te iban a insultar. Había un dicho: no se aceptan negros, ni perros, ni irlandeses. Shane tuvo una adolescencia muy difícil, con drogas, robos, incluso estuvo internado en un centro psiquiátrico. En el punk encontró una cultura por la que podía ser aceptado y desarrollar su creatividad. El punk fue su salvación».
Hubo un año en que los Pogues llegaron a dar más de 360 conciertos. Pero el éxito planetario de 'Fairytale of New York' y la gira de 1988 hicieron que MacGowan tocara fondo. Su expulsión del grupo en Japón tras caerse del coche que le lleva a un concierto la experimenta como un alivio. Después formó grupo propio, The Popes, pero nada volvió a ser igual. «Me llaman poeta, joder, y no se dan cuenta de que me insultan porque soy un músico», refunfuña en 'Crock of Gold' mientras sueña «con volver a componer prolíficamente y a jugar al billar».
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