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J. A. G.
Martes, 20 de diciembre 2022, 20:03
¡Qué mirás, bobo!, la frase del Mundial de Qatar fue pronunciada por Messi el pasado 10 de diciembre. Va a ser sin duda la más recordada y en Argentina ya ha dado juego para calzarla en algunas canciones o utilizarla como leyenda en las ... etiquetas de un vino. El 10 de la selección albiceleste se dirigió con ese ¡Qué mirás, bobo! al jugador holandés, Wout Weghorst, que le estaba esperando mientras Messi atendía a la prensa tras una agónica tanda de penaltis en la que los 'oranjes' cayeron eliminados en los cuartos de final. Y resulta que esas tres mismas palabras llevan siglos inscritas en piedra en un monasterio gallego con 1.500 años de antigüedad: la abadía de Samos, en la provincia de Lugo. Concretamente en uno de los medallones pétreos que adornan las bóvedas del claustro del monasterio lucense. Allí en letras de color bermejo se puede ver la curiosa inscripción, que se atribuye al maestro cantero Pedro Rodríguez de Ramberde, autor de los trabajos de reconstrucción del claustro entre 1562 y 1582 y que, como podemos contemplar, dejó constancia de su peculiar sentido del humor.
El claustro, de estilo gótico, fue levantado sobre las ruinas del anterior de estilo románico, destruido por un incendio a mediados del siglo XVI. Las obras de reconstrucción se llevaron a cabo poco después, con Rodríguez de Ramberde, vecino de Monforte de Lemos, como maestro cantero. Al bueno de Pedro no se le ocurrió otra cosa que escribir en grandes letras mayúsculas ese ya legendario 'Qué miras bobo' en una de las decoraciones que rematan las nervaduras de las bóvedas del claustro.
La inscripción es legible a simple vista, sin jeroglíficos ni letras extrañas que puedan inducir a equívoco, lo que deja bien claro la guasa que gastaba el maestro cantero, abriendo camino a los que, muchos siglos más tarde, tallaron la figura de un astronauta en la fachada de la Catedral Nueva de Salamanca, un edificio que fue construido entre los siglos XVI y XVIII.
El monasterio de Samos, que da nombre al municipio en el que se ubica en Lugo, es el cenobio habitado más antiguo de España. Con 1.500 años de vida monástica casi sin interrupción, fue fundado en el siglo VI y los monjes benedictinos llevan ahí desde el siglo X. Tal vez ahora los religiosos empiecen a recibir un flujo de turistas preguntando por «la frase de Messi» sin saber que lleva 500 años escrita en un cenobrio gallego.
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