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Francisco Contreras, Niño de Elche, posa antes de la entrevista. Esther Vázquez

Niño de Elche

Cantaor y escritor
«Hoy en día los que más defienden la existencia de Dios son los científicos»

Artista polifacético, publica un nuevo poemario en el que conversa con la escultura de un monje realizada por el escritor Ernesto Cardenal

Lunes, 20 de enero 2025, 00:02

Artista polifacético y desconcertante, Niño de Elche desborda espiritualidad y ahora anda embebido con los místicos. Francisco Contreras, como reza su DNI, acaba de publicar un nuevo poemario, 'Conversaciones con un monje de madera' (Espasa), en el que entabla un diálogo con una talla que esculpió el poeta y teólogo Ernesto Cardenal, quien fue ministro de Cultura durante la revolución sandinista. Para alumbrar estos poemas, muchos de ellos en prosa, se ha sumergido en la lectura San Juan de la Cruz, Santa Teresa, San Ignacio, San Benito, San Agustín y todo un rosario de santos, al tiempo que ha buceado en los monjes que han perseguido con denuedo el silencio.

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–¿Cómo nace este libro, cuál es su origen?

–Cuando adquiero esta figura de Ernesto Cardenal, la escultura se convierte en un monje con el que converso, y eso me pilla en un momento de profunda espiritualidad. Entendí que este monje llegó para entablar conversaciones como las que hemos tenido.

–¿Se siente un iluminado?

–Me dedico al mundo artístico, con lo cual tengo cierta conexión con la espiritualidad y con otras energías que nada tienen que ver con ella. Toda persona que tenga relación con el arte, tiene, quiera o no, una relación con la espiritualidad, con lo inexplicable, con lo mistérico de la existencia.

–¿Es un libro que bebe de la tradición mística española?

–Para escribir este libro me he sumergido en muchos otros, sobre todo los referidos a la práctica monacal. Gran parte de las reflexiones están tomadas de ahí, pero aparte de eso, también hay un montón de la tradición o de los textos que tienen relación con el silencio.

–¿Debemos vivir cada día como si fuera un milagro?

–Sí, así lo vivo yo. Es uno de los grandes aprendizajes de la espiritualidad. No tanto entendiéndolo como 'carpe diem', sino como la gratitud que se siente por todo milagro. Un autor que me ha ayudado mucho es Christian Bobin, quien decía que hay que estar atento al milagro diario que Dios tiene guardado para ti. Desde esa escucha es como yo creo que hay que afrontar la vida.

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«Si ser un clásico significa anclarse en un canon estático conservador, no lo soy»

–¿La aspiración de todo artista es convertirse en un clásico?

–Tengo un programa de radio, 'Los clásicos nos esperan mañana', en RNE, y ahí entendí que una de las acepciones de lo clásico es aquello que es digno de imitar, lo cual me parece positivo. Si ser un clásico significa anclarse en un canon estático conservador, no.

–¿Y qué le dice el monje trapense esculpido por Ernesto Cardenal? 

–Es una conversación a priori de locos, porque uno de los receptores y emisores se relaciona desde el silencio, de modo que una de las virtudes de esta conversación es escuchar desde el silencio que él emite. Por eso muchas veces en el libro me pregunto dónde está el emisor y el receptor.

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–¿Y usted se siente monje trapense?

–Muy poco, muy poco. Pero bueno, hace un tiempo me leyeron la carta astral desde la perspectiva védica. Mi vida siempre está entre los extremos del demonio Raju y de lo monacal. Es algo que me han dicho muchísimo, y en mi experiencia lo vivo cada día así.

–¿Para buscar la espiritualidad es necesario encerrarse en un monasterio? 

–No, y para buscar el silencio tampoco. El poeta y musicólogo Ramón Andrés nos enseña que el silencio es sobre todo una toma de conciencia.

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–¿Cree en Dios , cómo se lo imagina? 

–Pues yo podría decir que creo en Dios, sí. Para un católico, Dios moldea al ser humano a su imagen y semejanza. Pero en otras tradiciones religiosas no se piensa así.

–¿Y sus convicciones están hechas de retazos de diferentes religiones? ¿Es dogmático?

–Soy una persona de rituales, de esos rituales cotidianos que tienen que ver con el día a día. En todo hay que tener en cuenta la ciencia. Hoy en día los que más defienden la existencia de Dios son los astrofísicos, los científicos, sobre todo en el siglo XX. Hay un libro maravilloso, 'Planeta divino', de Antony Flew, el gran filósofo ateísta que luego se convirtió al deísmo, que alegaba que toda su base científica y filosófica era para demostrar la existencia de Dios.

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–¿Cree en el voto de castidad? ¿El sexo nos hace libres o nos emboba?

–Yo he experimentado que una de las grandes virtudes del ser humano, y esto lo digo por esa cosa del demonio monacal que dicen que tengo en mis vidas pasadas, tiene que ver con el autocontrol. Y ese autocontrol también tiene que ver con el sexo. Pero bueno, yo soy una persona muy sexual y entiendo que Dios también está ahí, claro. El éxtasis tiene que ver con eso también, con las ideas de San Juan Cruz, quien llegaba al orgasmo solamente con la pasión del amor a Dios.

«Es delirante identificar la Iglesia con el Estado. La Iglesia debe ser un contrapoder»

–Una vez Ernesto Cardenal, teólogo de la liberación, se arrodilló ante el Papa Juan Pablo II y este le abroncó.

–Postrarse ante las autoridades institucionales suele ser humillante. Es una de las cosas que nos enseña precisamente la espiritualidad y muchas de las gentes que estuvieron relacionadas con la Iglesia. El delirio es haber entendido la Iglesia como una institución cercana al Estado o incluso dentro de la esfera de lo estatal. La Iglesia se tendría que entender como un contrapoder.

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–A Ernesto Cardenal no le importaba limpiar inodoros cuando era monje trapense. Decía que la humildad y la sencillez le conferían perfección a la hora de escribir. ¿Usted llegaría a tanto?

–Creo que eso atraviesa tu forma de escribir y de estar. Los budistas tienen el rito de la limpieza asociado a la espiritualidad. Mi amigo Andoni Luis Aduriz, uno de los grandes chefs españoles, que lleva el restaurante Mugaritz, enseñó a sus trabajadores, incluidos sus chefs, a doblar milimétricamente la bayeta. Cuando uno llega a esa virtud, a ese punto, las cosas son mucho más fáciles, aunque en principio parezca algo banal.

–¿Y usted practica esos rituales para meditar?

–En muchas cosas, sí. A la hora de desayunar, por ejemplo, hago una serie de ritos para colocar las cosas de una manera no geométrica. Y es que orden y rito son palabras etimológicamente hermanas. Todo tiene que ver con encontrar un estado. Nunca he cantado en mi casa, ni lo haré, porque el estado del hogar no tiene nada que ver con el que yo necesito para activar la voz.

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–Dice en su poemario: «el amor es el que aviva el fuego de la poesía, y todo aquel que canta con el alma arde en fogonazos por la boca».

–Para mí cantar es como arder, como encender algo. Y tiene que ver con el sentido máximo del amor..

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