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Pesca artesanal en aguas de Tenerife. Guillermo Molero

«Si nuestros hijos siguen comiendo así vivirán menos que sus abuelos»

Alimentación ·

La caída del consumo de pescado fuente de omega 3 preocupa a los expertos que participan en la sexta edición del Encuentro de los Mares

Guillermo Elejabeitia

Tenerife

Miércoles, 19 de junio 2024, 01:21

Tendemos a desoír las recomendaciones alimentarias cuando se trata de la propia salud pero, ¿quién estaría dispuesto a acortar deliberadamente la vida de sus hijos? La advertencia puede sonar catastrofista pero parte de una eminencia en materia de nutrición pediátrica, la doctora Rosaura Leis, presidenta del Comité Científico Fundación Dieta Atlántica, que este martes durante su intervención en la sexta edición del Encuentro de los Mares que se celebra en Tenerife, ha sido clara: «Si nuestros hijos siguen comiendo como lo hacen vivirán menos que sus padres o que sus abuelos, y además lo harán con peor calidad de vida». La razón está en una caída del consumo de pescado, especialmente del azul, fuente principal de omega 3.

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Si en la jornada inaugural el doctor Carlos Duarte explicó como el aporte de omega 3 había jugado un papel fundamental en el salto evolutivo del hombre moderno, favoreciendo el desarrollo del cerebro y otorgando a las comunidades que lo consumían una ventaja reproductiva, los análisis médicos realizados a lo largo de las últimas décadas por la doctora Leis en escolares, reclutas y ancianos gallegos muestran que la tendencia a la baja en su consumo no tardará en tener efectos sobre la salud humana. Una suerte de involución cuyos efectos suelen hacerse patentes en el plazo de dos generaciones y para la que, afortunadamente, tenemos un antídoto al alcance de la mano.

«Las dietas mediterránea y atlántica son un seguro de vida que estamos abandonando». Ese equilibrio entre abundantes frutas y verduras, legumbres, aceite de oliva, carne o lácteos, donde juegan un papel fundamental los pescados y mariscos, tiene unas consecuencias evidentes para nuestra salud: «Menor riesgo de infartos, de obesidad, de resistencia a la insulina, de ictus y de sufrir depresión o demencia senil, entre otras ventajas», enumera Rius. «No es tanto que cada uno de los alimentos que la componen sean saludables en si mismos -explica- sino es el conjunto de la dieta, en proporciones equilibradas y cocinadas de una manera sencilla, huyendo de ultraprocesados, lo que genera un mayor impacto en la salud».

En la misma dirección apuntaba la nutricionista escocesa Carrie Ruxton, al defender que «el alimento favorito del cerebro de los bebés es el omega 3» y que mediante la alimentación, «las madres podemos programar a nuestros hijos para que tengan un menor riesgo de enfermedades». La emprendedora estadounidense Courtney Nichols Gould incluso ha diseñado unas gominolas con un complejo vitamínico rico en omega 3 para conseguir que su hijo de dos años recibiera el aporte necesario. El producto fue un éxito que demuestra que «en la alimentación saludable también hay oportunidades de negocio», afirma.

Peces para alimentar otros peces

Los beneficios nutricionales están claros, pero el debate sobre la alimentación saludable de origen marino que está centrando esta edición del Encuentro de los Mares también tiene implicaciones socioeconómicas y políticas que merecen ser analizadas. «¿Como proporcionamos a una población creciente alimentación marina de calidad?», se preguntaba el biólogo marino Carlos Duarte. Su colega Daniel Pauly era taxativo: «No hay recursos en el mar suficientes para todas las personas que viven en el mundo, la pregunta es quién se va a comer los peces disponibles».

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Cocineros participantes en el Encuentro de los Mares. Guillermo Molero

Las propias dinámicas de la globalización agudizan el problema, con amplias poblaciones de pequeños peces pelágicos que antes eran la base nutricional en el sudeste asiático o determinadas regiones de África y ahora sirven para fabricar harinas de pescado con las que alimentar la acuicultura de grandes predadores como el atún o el salmón. En ese sentido, Benjamín Lana aludía a la «cultura del filete» que parece haberse impuesto en nuestros hábitos de alimentación, que favorece el consumo de peces grandes, que pueden filetearse y consumirse fácilmente sin espinas, pero que a su vez consumen una enorme cantidad de recursos para ser producidos.

En el mismo debate participaba Javier Garat, representante de la patronal pesquera y presente en diversas organizaciones de economía azul tanto españolas como europeas, que quiso defender el papel de la flota española, una de las más potentes a nivel global, y su compromiso con unas prácticas de pesca sostenible.

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