El fotógrafo que persiguió hormigas toda la primavera

Durante cuatro meses, el fotógrafo Fernando Maquieira salió en las mañanas a observar el inicio de la jornada de un hormiguero que estaba en la grieta de un muro. Seguía a las obreras por el jardín con su cámara y un lente macro, capaz de retratar con precisión los rostros de estos insectos. «Todos los días, como una rutina, las seguía», recuerda Maquieira. «Con la primavera empezaban a despertar e iban lentas. Así que me podía acercar sin que salieran corriendo. Aunque estaban atontadas después de la hibernación, había cierta dificultad porque no siempre estaban dispuestas a posar, y el lente macro tiene un foco muy limitado. Si se movían un poquito, se salían de plano».

Las hormigas lograron fascinarle. Comenzó a escribir una historia, inspirado en autores como Juan José Arreola y Rafael Sánchez Ferlosio. «Empecé un cuento y salió solo porque tenía muchas imágenes en mi cabeza. Las fotos que había hecho me guiaban. Al principio, yo quería hacer una frase por cada imagen pero se me fue de las manos».

Ese texto abre el fotolibro 'Una historia minúscula' (editorial RM), donde la protagonista Lea sale por primera vez del nido, con la misión de llevarse el alpiste de un canario llamado Pavarotti. En esta aventura, muy bien narrada y pensada para niños, suceden extravíos, peligros y alianzas con otros personajes, insectos también, que Maquieira había fotografiado entre una hormiga y otra.

El trabajo de campo comenzó en marzo y terminó en junio, cuando el verano aceleraba a los animales. «No había manera, me acercaba y salían corriendo», recuerda Maquieira, también autor de otros libros de fotografía, como 'Nocturna', en el que se sumergió en la oscuridad de varios importantes museos del mundo a la hora del cierre, y 'Alucinosis', en el que dio otra lectura a un archivo fotográfico afectado por los hongos después de una inundación.

La segunda parte del libro (que sale este mes a un precio de 19,90 euros) se dedica a una selección de las 10.000 fotografías que hizo Maquieira. Las elegidas se dispersan en las hojas para narrar con imágenes la misma odisea de Lea. «Más que una traducción a otro lenguaje, es una interpretación de esta historia minúscula», asegura.

Lo que más aprendió el autor al observar a las hormigas, «siempre ajenas a los dramas que pasamos los humanos», es que tienen «una parte humanitaria, a pesar de que la naturaleza no conoce lo que es la justicia y ellas viven en una «sociedad muy disciplinada y guerrera». Esa primavera hubo varias batallas en su jardín entre hormigueros rivales, pero las más fotogénicas lograron sobrevivir, al menos en el libro.

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