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Recreación del taller de Pedro Pablo Rubens en el Prado. Fernando Alvarado / EFE
Rubens instala su taller en el Prado

Rubens instala su taller en el Prado

El museo escenifica el estudio colectivo del maestro flamenco, del que salieron unas 1.500 obras pintadas por el artista y sus colaboradores

Lunes, 14 de octubre 2024, 17:07

El olor a trementina, presente en todos los lugares de trabajo de los pintores, invade la sala del Museo del Prado, muy cerca de la Galería Central. La trementina permitía diluir la pintura cuando se solidificaba. Es una seña de identidad de los que se manejan con el lienzo. En la sala 16b del edificio Villanueva se recrea el taller de Rubens, con sus lienzos, tablas, caballetes, pigmentos y aglutinantes. El visitante puede ver la capa del artista y su sombrero, signo del gran señor en que se había convertido, así como una espada, un arma que le permitieron usar como símbolo de honor los archiduques Alberto e Isabel Clara Eugenia.

‘El arte de Rubens’, exhibición recién inaugurada en la pinacoteca, expone no solo una selección de obras del flamenco, sino también su método de trabajo. La muestra, que permanecerá abierta hasta el 16 de febrero, incluye más de 30 piezas, unas del maestro de Amberes, otras hechas en colaboración con sus ayudantes y algunas fruto de la cooperación en distintos grados entre estos y aquel. «La exposición lidia con dos de los temas que a veces se han convertido en tabúes: la autoría y la calidad», dijo este lunes el director del Prado, Miguel Falomir, quien destacó que los cuadros ejecutados por entero por Rubens eran los más valorados por sus contemporáneos. Pero como señalaba puntillosamente el genio de Flandes, si eran pintados íntegramente por él, entonces podían costar el doble.

Pedro Pablo Rubens (1577-1640) es uno de los máximos exponentes del pintor que regía un taller, al igual que hacían Rafael, Luca Giordano y muchos otros. Este sistema de trabajo es una herencia de los artesanos de la Edad Media. Los talleres u obradores permitían incrementar de modo notable la productividad, como se comprueba en el hecho de que 1.500 obras salieron del obrador del artista, según el cálculo del comisario de la muestra, Alejandro Vergara, jefe de Conservación del Área de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte. «Los talleres de la época producían mucho volumen, pero también grandes obras de arte, las dos cosas eran compatibles. Todas llevaban la marca Rubens», al igual que hoy sucede con la ropa y los automóviles, adujo Vergara.

Un visitante fotografía un cuadro de la exposición 'El taller de Rubens'. Fernando Alvarado / EFE

El de Rubens fue uno de los talleres más grandes y mejor documentados de su tiempo. Fuertemente jerarquizado, sus miembros se encargaban desde la preparación de materiales, como pinceles, soportes y colores, hasta la ejecución del cuadro. Rubens aprendió el oficio en tres talleres distintos y a su vez tuvo como ayudante a Antonio van Dyck. Por entonces, se pintaba por fases, de manera que se progresaba poco a poco, en distintas capas: sobre la imprimación se aplicaba el dibujo, sobre este, el bosquejo y, sobre el bosquejo, el color en capas más o menos transparentes. «Esto permitía a Rubens y sus ayudantes trabajar en varias cuadros a la vez», apuntó el comisario.

Botes y conchas llenos de pintura presentes en la escenificación del taller de Rubens. Fernando Alvarado / EFE

Hay piezas inacabadas, como el retrato de María de Medici, que quedó sin terminar probablemente porque tal vez estaba concebido como modelo para que en el taller se hicieran réplicas. De ahí que no fuera necesario rematar el fondo. Por lo general, la calidad de las copias que se hacían en los talleres era muy inferior a la de los originales. En este caso, sin embargo, las dos versiones del retrato son magníficas. Para distinguir cuál es del maestro y cuál de un ayudante no sirve observar el grado de excelencia en la ejecución, sino que es necesario identificar elementos característicos del lenguaje personal de Rubens.

«Es una exposición que empodera al visitante porque se le dan todos los instrumentos y elementos que le permiten enfrentarse con un mejor bagaje a las obras expuestas de uno de los grandes maestros de la tradición pictórica occidental», aseveró Falomir.

Dos de los cuadros que cuelgan en las paredes del Prado y que permiten discernir entre la pericia de Rubens y la de sus ayudantes son ‘Saturno devorando a un hijo’, del genio de Amberes, y ‘Demócrito, el filósofo que ríe’, atribuido a uno de sus colaboradores. «Las obras de los ayudantes no llegan a los estándares de calidad que definen la obra del autor. Aun siendo cuadros muy buenos, son algo diferente y no tienen las mismas características esenciales», apostilló

Para fortalecer el discurso expositivo y ahondar en la forma de trabajar de Rubens y el uso que hizo de la labor de sus colaboradores de taller, la muestra incluye un vídeo que reconstruye el proceso de creación de la obra 'Mercurio y Argos' por el pintor Jacobo Alcalde Gibert.

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