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Abraham de Amézaga
París
Lunes, 23 de diciembre 2024, 00:55
Celebrado en Italia y España, aunque poco conocido en Francia. Por lo menos hasta ahora, gracias a una gran exposición que se ha abierto en París: la primera en la que se muestra toda la evolución de José de Ribera (Játiva, 1591-Nápoles, 1652), también conocido como el 'Spagnoletto' (el Españoleto). Hacía más de tres décadas que una muestra de envergadura sobre el español no tenía lugar. Las últimas fueron en Madrid, Nueva York y Nápoles, a principios de la década de los 90 del pasado siglo.
Genio del barroco, artista de extrema modernidad, contemporáneo de Velázquez, aunque sumamente menos conocido que él, y cuyo trabajo el poeta y crítico galo Théophile Gautier definirá en prensa, en 1837, como «una furia de pinceladas, un salvajismo de tacto, una embriaguez de sangre inimaginable». Más de un centenar de pinturas, la mayoría de gran formato, así como dibujos y grabados, entre los que figuran varios inéditos, se presentan juntos por vez primera, así como su época romana. Llegadas de todo el mundo, se exhiben hasta el 23 de febrero de 2025 en el Petit Palais parisiense, el museo municipal de las Bellas Artes de la capital del Sena, frente al Grand Palais, y próximo por tanto a los célebres Campos Elíseos.
Así como a su compatriota Zurbarán se le llamaba el Caravaggio español, en su caso la admiración e influencia del milanés será también importante. Si bien le inspira su faceta más revolucionaria, su arte irá más allá, desvelando un estilo propio, «más terrible, feroz y dramático, porque apostó por una vía artísticamente revolucionaria», como señala Annick Lemoine, comisaria de la muestra y directora del Petit Palais.
A Roma, la capital del arte europeo en el siglo XVII, llegó con 15 años y se quedaría una década, realizando alrededor de sesenta obras extraordinarias. Es allí donde encuentra su lugar y estilo, el de un amante de la pintura sincera, de gesto teatral, de aspecto dramático y por tanto de lo más realista. Tampoco se olvida de la ironía ni de la chanza.
Su dominio del claroscuro, que irá evolucionando, hace de lo más pertinente el título de la exposición parisina, 'Ténèbres et lumière' (Sombras y luz). En Nápoles es donde pasará la mayor parte de su vida, ciudad en la que se casa con la hija de un artista local notable, lo que le abre más de una puerta, trabajando para grandes coleccionistas e intelectuales. A la sazón territorio español, gobernado por virreyes, allí se siente como en casa, alcanzando la gloria, como se recuerda en una de la quincena de salas, de un recorrido en el que el color burdeos impregna los muros.
Entre los préstamos, figura el 'San Sebastián atendido por Irene y su criada' (1620-1623), que llega del Museo de Bellas Artes de Bilbao, así como obras que provienen de otras instituciones españolas, como el Museo del Prado, el Thyssen, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y la Fundación Casa de Alba, en Madrid. En cuanto a los préstamos privados españoles, cabe destacar las dos obras de la colección Abelló: 'Gitana con utensilios de cocina, dos niños y un perro' y 'Alegoría del olfato', de la serie 'Los cinco sentidos'. En esta última obra, además de la cebolla cortada, que hace llorar al mendigo que la sostiene, un componente a destacar son las lágrimas de este. Un realismo de impacto, que además de hacer de Ribera «un gran pintor de lágrimas», en palabras de Lemoine, nos recuerdan la perfección con la que pinta otros detalles, como pliegues de manos y hasta vello.
Obras de diferentes formatos, aunque son las monumentales de pintura y gran teatralidad las que cautivan al visitante, en las que no faltan temas religiosos o mitológicos, así como personajes femeninos particulares. Como ejemplo, 'La mujer barbuda (Magdalena Ventura con su marido)' (1631). En ella, su rostro de aire masculino y con prominente vello contrasta con el pecho que amamanta a su bebé.
«Ribera creará para España sin retornar jamás a su país», se lee en la sala 'De Nápoles a España'. Aunque no se olvidará de su patria, adonde un gran número de su producción iría a parar. La de un artista que hizo de las lamentaciones otro de sus temas, como nos recuerda el espacio dedicado a estas. Su 'San Sebastián' de 1651, calificado por algunos de erótico, es la obra que clausura la «exposición acontecimiento», como ha sido denominada. Indiscutiblemente, una de las más importantes del panorama francés actual.
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