El arte gráfico como contrapoder y revulsivo

Y ese arte popular, militante, rabioso y contestatario es el que reivindica la muestra 'Giro gráfico. Como en el muro la hiedra', que desde hoy y hasta el 13 octubre reúne en el Museo Reina Sofía varios centenares de piezas con el denominador común de la contestación, la critica, la condena y la reivindicación.

Son carteles, pancartas, camisetas, pañuelos, fotos, octavillas y una variada serie de objetos utilizados por movimientos que salvaguardan, por ejemplo, la memoria de las víctimas de las sangrientas dictaduras en Chile, Argentina, Perú o Uruguay. También por defensores de los derechos de los indígenas, activistas 'queer' o feministas. Unas actividades de denuncia que generan, además, performances o acciones callejeras a cargo de colectivos «que conforman un complejo conjunto de experiencias atravesadas por lazos de solidaridad, afinidad e influencia entre los diversos países tratados en la muestra».

'Como en el muro la hiedra' hace referencia a un verso de la canción 'Volver a los diecisiete' de la cantautora chilena Violeta Parra, que ha inspirado la larga investigación que articula la exposición. «La gráfica crece en los muros y, como la hiedra, siempre vuelve a brotar porque, en este tiempo cíclico, las cosas no pasaron, siguen pasando, atravesando y conmoviendo», dicen los responsables de la exposición.

La muestra es fruto de un largo proceso de investigación colectiva llevada a cabo por la denominada 'Red de Conceptualismos del Sur' en colaboración con el museo que dirige Manuel Borja-Villel. «Propone un recorrido por las iniciativas gráficas que desde 1960 hasta hoy han confrontado contextos de urgencias políticamente opresivos en América, articulando estrategias de transformación y de resistencia que cambiaron radicalmente los modos de hacer, su forma de establecer vínculos intersubjetivos, de construir comunidades e, incluso, la propia circulación de los soportes gráficos», explica la Argentina Ana Longoni. Es una de las comisarias junto a la cubana Tamara Díaz, el brasileño André Mesquita, la argentina Guillermina Mongan y la colombiana Sylvia Suárez.

Para mostrar cómo estos procedimientos colectivos «visibilizaron las diferentes demandas sociales», se recurre a materiales y consignas «de rápida y eficaz circulación fuera del campo del arte», explican los comisarios. Han reunido piezas de muy diversas procedencias «que tienen en común tanto la precariedad de los componentes y de los medios, como su potencial gráfico y de distribución que los activa como revulsivos revolucionarios», explica Mesqita.

La muestra entiende la noción de la obra gráfica «en un sentido expandido» y la idea de giro «como revuelta, desafío al poder e inversión de lo dado». Así, «desde espacios de conversación, consulta y deliberación» se atiende a los vínculos entre arte y política impulsados por colectivos como AIDA, Alvorada, Cromoactivismo, Fugitivas del Desierto, Iconoclasistas o La Voz de la Mujer, entre muchos otros. Y sobre todo a artistas, a menudo anónimos -«prueba inexorable de la manifestación popular», dicen los comisarios- y a veces a creadores reconocidos, como Julio Le Parc o Luis Felipe Noé.

La muestra da continuidad a la exposición 'Perder la forma humana. Una imagen sísmica de los años ochenta en América Latina', que el Reina Sofía acogió hace una década junto a los talleres que formaron parte del programa 'Estallidos gráficos de 2020'.