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Los grandes mamíferos primitivos crecían el doble de rápido que los actuales de su tamaño y tenían una vida bastante más corta, según un estudio que publica la revista 'Nature'. Es lo que han revelado las líneas de crecimiento de los dientes de una especie ... de mamífero que vivió hace 62 millones de años a un grupo de investigadores liderado por el paleontólogo Gregory Funston, de la Universidad de Edimburgo.
Cuando hace 66 millones de años se extinguieron los dinosaurios a consecuencia del impacto de un asteroide en lo que hoy es la península de Yucatán, los mamíferos que sobrevivieron a la catástrofe crecieron rápidamente en tamaño para ocupar los nichos que habían dejado libres los grandes saurios. Uno de aquellos mamíferos fue 'Pantolambda bathmodon', un herbívoro que llegaba a pesar 42 kilos, y Funston y sus colaboradores describen como «una mezcla robusta de cerdo y perro».
La historia de la vida de un animal está escrita en sus huesos y dientes, explican los investigadores en 'Nature'. En los huesos quedan grabados los ciclos anuales, «la tasa de crecimiento a lo largo de la vida, incluyendo cambios asociados a la madurez». En los dientes, las líneas de crecimiento diarias en la dentina y el esmalte atesoran la información química del día a día. «Es como leer sus diarios, pero grabados en los dientes», dice Funston.
Los científicos emplearon para su estudio huesos y dientes de doce ejemplares de 'Pantolambda'. Cortaron muestras de los dientes tan finas que eran casi transparentes, las vaporizaron con láser y determinaron la composición química de cada una. Usando como 'reloj' las líneas de crecimiento de los dientes, la composición de las muestras les reveló episodios vitales concretos. «Hay cambios químicos en los dientes que reflejan transiciones importantes en los primeros años de vida: altos niveles de zinc depositados al nacer y bario enriquecido durante la lactancia», indica Funston
Gracias a eso, descubrieron que los embarazos de las hembras de 'Pantolambda' duraban poco menos de siete meses y que daban a luz «un único bebé bien desarrollado con la boca llena de dientes». La cría probablemente se movía desde desde el primer día y solo se alimentaba de su madre uno o dos meses antes de ser «totalmente independiente». El animal alcanzaba la madurez sexual en el primer año de vida y la mayoría moría hacia los cuatro, aunque algunos individuos llegaban a los once.
«La capacidad de producir bebés grandes, que maduran durante varios meses en el útero antes de nacer, ayudó a los mamíferos a transformarse desde los humildes ancestros del tamaño de un ratón que convivían con los dinosaurios hasta la gran variedad de especies –desde los humanos hasta los elefantes y las ballenas– que existen hoy en día», destaca Steve Brusatte, de la Universidad de Edimburgo y uno de los autores de la investigación.
«¡Sabemos ahora más sobre la vida de 'Pantolambda' que de algunos mamíferos enigmáticos que viven en la actualidad!», asegura Funston. A Brusatte le sorprende que hayan sido «capaces de identificar las huellas químicas del nacimiento y el destete en dientes tan antiguos». Esta técnica se había aplicado hasta ahora a mamuts lanudos de hace 17.000 años y a 'Australopithecus', homínidos que vivieron hace 2,6 millones de años. 'Pantolambda' es 32 veces más antiguo que 'Autralopithecus', y la lectura de sus 'diarios dentales' abre la puerta a que se haga lo mismo con otros mamíferos primitivos.
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