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La crisis sostenida que vive el mundo occidental desde 2008 abre cada día nuevos flancos contra la estabilidad emocional de las personas. Un estudio de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) revela que la precariedad laboral afecta de manera importante a la salud mental ... de los trabajadores. La novedad que aporta el trabajo, firmado por el grupo Opik de Determinantes Sociales de la Salud y Cambio Demográfico, es que pone de manifiesto que unas malas condiciones de salario, horario o ambiente laboral pueden favorecer la aparición de cuadros de ansiedad y depresión del mismo modo en que lo hace el desempleo.
Revisado por pares como establece el método científico y publicado en la revista 'Gaceta Médica', el informe se basa en el análisis de los datos sobre precariedad laboral incluidos en la Encuesta de Salud de Euskadi de 2018. Aquel año, ese informe, que edita periódicamente el departamento vasco de Salud, incluyó por primera vez una serie de cuestiones para intentar medir el impacto de las condiciones de trabajo en la enfermedad. La investigación del grupo Opik ofrece en consecuencia una foto fija de la situación, aunque basada en el mayor estudio sobre salud de la población que se publica en Euskadi.
«Creemos que la precariedad laboral debe abordarse desde una perspectiva multidimensional. De lo contrario podrían quedar fuera aspectos importantes que no están siendo analizados», explicó a EL CORREO la investigadora principal del estudio, Erika Valero-Alzaga, docente de la Facultad de Enfermería. Bajo este criterio, el estudio se centró en el análisis de la situación de los trabajadores por cuenta ajena de 16 a 65 años y tuvo en cuenta seis variables: la temporalidad, el salario y el desempoderamiento del colectivo, además de la vulnerabilidad de los empleados, los derechos que tienen y la capacidad para ejercerlos.
Del análisis de todos ellos, se concluyó que las transformaciones económicas y políticas de los últimos años han provocado un «deterioro significativo» de la calidad del empleo y la inseguridad de los trabajadores. De ahí, el auge de las complicaciones de salud mental, que afectan a la población trabajadora en general, pero a las mujeres y los jóvenes de manera especial.
Según Valero-Alzaga, que firma el estudio con los investigadores Mireia Utzet y Unai Martín, ellas tienden a tener trabajos de menor calidad, menos contratos permanentes y niveles salariales más bajos. En cambio, están «sobrerrepresentadas» en los empleos a tiempo parcial. También la población joven y de menor nivel socioeconómico sufre mayor precariedad laboral y, en consecuencia, más enfermedad mental.
Los empleados en el sector del cuidado doméstico y la atención a niños, mayores y personas dependientes presentan mayores cotas de ansiedad y depresión. «Hasta ahora, la prioridad ha sido terminar con el desempleo, porque se sabe que ejerce un impacto negativo sobre la salud», ha valorado la investigadora; «pero no se trata ya de garantizar el empleo, sino también el acceso a un empleo digno y en unas condiciones salariales adecuadas».
El impacto de la salud mental en los trabajadores es de tal magnitud que los servicios de salud mental han detectado un «aluvión» de pacientes en terapia por problemas de precariedad laboral, según confirma la Universidad Pompeu Fabra, de Barcelona. El asunto preocupa tanto que esta institución ha creado una comisión especial para analizarlo y elaborar un informe de recomendaciones para el Gobierno central. El grupo, formado por psiquiatras, psicólogos, filósofos, expertos en derecho del trabajo y seguridad social y prevención de riesgos laborales, dará a conocer sus conclusiones antes de fin de año.
Un amplio estudio de la Unión Europea coordinado por la preventivista Carme Borrell, de la Agencia de Salud Pública de Barcelona, concluye que la precariedad laboral en España afecta al 48% de los trabajadores. Las mujeres (51,4%)sufren en mayor proporción que los hombres (34,1%) unas condiciones laborales insalubres. España, además, figura en este campo entre los países menos seguros de Europa, en el puesto 24 de los 34 analizados. La situación resulta mejor en los países nórdicos y bastante peor en los del Este.
El trabajo de la UPV/EHU se basa en datos anteriores al estallido de la pandemia de covid, lo que hace presuponer que las cifras en la actualidad sean peores. «La salud no es un estado que dependa solo de la biología y la genética. Siempre hemos sabido que influye también el entorno, pero ahora podemos decir que también el trabajo remunerado».
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