Secciones
Servicios
Destacamos
Más que todas las muertes juntas por guerras, terrorismo, sida, tuberculosis, malaria y consumo de drogas y alcohol. Solo a la par de las achacables al tabaco. La contaminación causó en el mundo hace tres años 9 millones de fallecimientos prematuros, según un informe que ... publica la revista 'The LancetPlanetary Health'. «Da miedo. Una de cada seis personas muere en el planeta por causas ambientales, por la contaminación del aire, el agua y el suelo», destaca a este periódico Rachael Kupka, coautora del estudio y directora de la Alianza Global para la Salud y contra la Contaminación (GAHP), organización formada por países, entidades supranacionles, ONG e instituciones académicas.
El informe subraya que en 2019 se registró prácticamente el mismo número de víctimas por contaminación que en 2015. Entre esos dos años, hubo una reducción de las muertes asociadas a la pobreza extrema -a la contaminación del agua y del aire de las viviendas,- pero un aumento de las atribuibles a la actividad industrial, a la contaminación ambiental y sustancias químicas. De los 9 millones de fallecimientos de 2019, 6,67 millones estuvieron causados por la contaminación del aire; 1,36 millones, por la del agua; y 1,8 millones a sustancias toxicas, de las que 900.000 correspondieron al plomo. Los fallecimientos achacables a sustancias tóxicas han aumentado un 66% desde 2000, resaltan los investigadores.
Los autores denuncian que los últimos cinco años se ha hecho «poco» contra la contaminación en los países de bajos y medianos ingresos, que acumulan el 92% de los fallecimientos. La mayoría de los ricos ha intentado controlar las peores formas de contaminación, pero no ha ocurrido lo mismo en los países en desarrollo y, además, tampoco se ha incluido el combate contra la contaminación en los planes de ayuda internacional. En los países afectados faltan medios humanos y materiales, pero también hay en muchos casos «un desconocimiento de la escala real del problema» a pesar de su impacto económico. Las muertes por contaminación supusieron en 2019 unas pérdidas de 4,6 billones de dólares, el 6,2% del PIB mundial, la mayor parte de ellos en países de rentas bajas y medias.
La inexistencia de una política firme contra esta amenaza contrasta con las medidas tomadas contra la pandemia, que ha matado en dos años a 6 millones de personas, dos tercios de las víctimas de la contaminación en un año. «Si hubiéramos tomado decisiones para prevenir las muertes por contaminación con la misma contundencia que contra el coronavirus, hubiera habido menos fallecimientos, pero quienes deben tomar esas decisiones no lo han hecho», lamenta Kupka.
La investigadora cree que las diferencias de gestión se deben a que «los humanos somos muy buenos a la hora de enfrentarnos a riesgos inmediatos como una pandemia», pero no cuando se trata de encarar problemas que nos parecen más lejanos en el tiempo, aunque realmente no lo sean, como la contaminación y el cambio climático. «El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente considera que hay tres emergencias a las que tenemos que hacer frente: el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación», recuerda.
La contaminación es «una amenaza que trasciende fronteras», advierte Kupka. La circulación atmosférica, por ejemplo, transporta la polución desde el este de Asia hasta Norteamérica, Europa y el Ártico. «Además, residuos de plaguicidas y metales pesados pueden llegar a otros países en alimentos importados. En Estados Unidos, por ejemplo, estamos encontrando metales pesados en los alimentos para bebés de compañías importantes», indica la investigadora, que recuerda que el plomo afecta al desarrollo intelectual infantil. Occidente se deshace de parte de su basura tecnológica exportándola a países pobres, donde también llegan desde los ricos «vehículos usados que no cumplen los estándares mediambientales» y dispositivos electrónicos de segunda mano que no se reciclan debidamente.
«La contaminación sigue siendo la mayor amenaza existencial para la salud humana y planetaria, poniendo en peligro la sostenibilidad de las sociedades modernas. Su prevención puede frenar también el cambio climático, logrando un doble beneficio para la salud del planeta», afirma el pediatra y epidemiólogo Philip Landrigan, coautor del estudio y director del Programa de Salud Pública Global y Observatorio de la Contaminación Global del Boston College. «La contaminación, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad están estrechamente relacionados. El control exitoso de estas amenazas conjuntas requiere una interfaz científico-normativo formal con apoyo mundial para informar sobre la intervención, influiar en la investigación y orientar la financiación», sostiene Kupka. Los autores abogan por una transición masiva y rápida desde los combustibles fósiles a las fuentes de energía limpias y renovables.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.