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Cuatro imágenes de la Gran Nube de Magallanes, galaxia enana satélite de la Vía Láctea, son la prueba de que los instrumentos del James Webb están perfectamente alineados tres meses después de la llegada del telescopio espacial a su destino y cuatro después de ... su lanzamiento, a juicio de su equipo científico. Los responsables técnicos del observatorio han concluido que es capaz de sacar fotos nítidas y han decidido pasar a la siguiente fase del despliegue, la puesta en marcha de los instrumentos científicos.
El telescopio espacial James Webb es un proyecto de las agencias espaciales estadounidense, europea y canadiense. Despegó el 25 de diciembre del espaciopuerto europeo de Kurú (Guayana Francesa) con destino a L2, un punto situado a 1,5 millones de kilómetros donde las atracciones gravitatorias del Sol y la Tierra hacen que un objeto permanezca estable respecto a nosotros. Es el observatorio espacial más grande –su parasol mide 21,2 metros de largo y 14,2 de ancho– y complejo jamás construido. Ha costado unos 9.600 millones de dólares, y los científicos esperan ver con él las primeras estrellas y galaxias, los mundos exteriores del Sistema Solar con gran detalle y estudiar las atmósferas de exoplanetas.
El James Webb fue lanzado plegado en lo alto de un cohete europeo y, durante el viaje hasta L2, fue abriéndose poco a poco. Una semana después de llegar a su destino, el 2 de febrero fotografió sus primera estrella, de la que obtuvo 18 imágenes, una por cada uno de los segmentos de su espejo primario de 6,5 metros, que todavía no estaban alineados. Ahora, ya lo están y también lo están sus cuatro instrumentos científicos: los tres de imagen –NIRCam, NIRISS y MIRI– y el espectrógrafo europeo NIRSpec, que también puede sacar fotos. Además, hay un quinto conjunto de imágenes tomadas por el sensor de orientación fina, que sirve para apuntar el telescopio hacia sus objetivos.
La fotos de la Gran Nube de Magallanes tomadas por esos instrumentos a partir de la luz captada por los espejos del observatorio demuestran, según la NASA y la ESA, que el rendimiento óptico es mejor que las predicciones más optimistas del equipo de ingeniería. «Estas extraordinarias imágenes de prueba de un telescopio alineado con éxito demuestran lo que la gente de todos los países y continentes puede lograr cuando hay una visión científica audaz para explorar el Universo», ha dicho Lee Feinberg, responsable de elementos ópticos del telescopio en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA.
El equipo del James Webb se centrará en los dos próximos meses en la puesta en marcha de los instrumentos, cada uno un conjunto de detectores equipados con lentes únicas, máscaras, filtros y equipos individualizados. Para ello, el telescopio apuntará a diferentes zonas del cielo en las que la cantidad total de radiación solar que incide en el observatorio variará para confirmar la estabilidad térmica al cambiar de objetivo. Además, las observaciones de mantenimiento en curso cada dos días supervisarán la alineación de los espejos y, cuando sea necesario, aplicarán correcciones para mantenerlos alineados.
Si todo sale como está previsto, las primeras imágenes espectaculares del observatorio ya en plenitud de condiciones se recibirán en junio. Comenzará entonces una misión científica que la NASA, la ESA y la CSA empezaron a diseñar hace 30 años.
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