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Elena García Armada, ingeniera del Centro de Automática y Robótica (CAR-CSIC-UPM) e investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), llevaba unos años analizando el problema de los exoesqueletos, pero no fue hasta que conoció a Daniela, una niña que había quedado paralizada ... tras sufrir un accidente de tráfico, cuando tuvo la idea de desarrollar un exoesqueleto pediátrico. Este martes, su invento, que permite caminar a los niños en silla de ruedas durante las sesiones de rehabilitación, lo que reduce la degradación muscular y las complicaciones médicas, ha sido reconocido con el Premio Inventor Europeo 2022, concedido por la Oficina Europea de Patentes (OEP).
La científica recibe así uno de los reconocimientos internacionales más relevantes en el ámbito de la innovación, tras obtener el mayor número de votos del público en la categoría de investigación entre los 13 finalistas. «El voto del público a Elena García Armada reconoce la determinación, el ingenio y la contribución de esta inventora excepcional, que ha aprovechado su experiencia y conocimientos en robótica y tecnología sanitaria para mejorar la vida de muchos niños», ha afirmado António Campinos, presidente de la EPO. «Su invención posibilita la experiencia de caminar durante las sesiones de rehabilitación a los niños que, de otra manera, no podrían hacerlo, y ofrece esperanza a muchos que han estado aguardando nuevas posibilidades de tratamiento», ha añadido.
La última española que recibió este premio fue la científica Margarita Salas, en reconocimiento a su trabajo innovador en genética y biología molecular, a quien García Armada ha recordado en su discurso de agradecimiento. «Este premio es un orgullo para mí, pero también para España, porque el exoesqueleto pediátrico es un éxito científico fruto de la transferencia del conocimiento de nuestro país. Retomar el testigo de mi admirada Margarita Salas hace de este reconocimiento algo todavía más especial», ha afirmado.
Aunque los exoesqueletos adultos existen desde la década de 1960, nadie había desarrollado uno para niños hasta que Elena García Armada comenzó a analizar el problema en 2009. «Cuando miré las cifras y descubrí que 17 millones de familias enfrentaban este panorama sombrío y no había una solución a la vista, me di cuenta de que debía resolver el problema yo misma», dijo García en una entrevista del CSIC sobre su invento.
En 2013, realizó sus primeras pruebas con éxito con la pequeña Daniela y las imágenes que mostraban a la pequeña caminando se volvieron virales. De la noche a la mañana, García Armada se vio inundada de solicitudes para ayudar a familias de todo el mundo. Fue cuando fundó la empresa Marsi Bionics y comenzó a industrializar prototipos y a realizar ensayos clínicos. En el año 2013, solicitó su primera patente y, año después, solicitó una segunda.
La necesidad se centraba especialmente en que los usuarios jóvenes de sillas de ruedas corren el riesgo de sufrir deformidades de la columna vertebral, lo que en última instancia puede acortar su vida. El desafío, sin embargo, no se limitaba únicamente a reducir el tamaño de los exoesqueletos para adultos para adaptarlos a un cuerpo más pequeño. La razón es que, a menudo, los niños con parálisis no pueden caminar debido a afecciones neurológicas y tienen síntomas complejos en términos de movimientos articulares, por lo que el exoesqueleto necesitaba ser adaptable y poder ajustarse según los síntomas de cada paciente.
García Armada entonces inventó un traje ajustable de titanio conectado a una batería y una red de pequeños motores con sensores, software y maquinaria. Las articulaciones mecánicas resultantes se adaptan inteligentemente al movimiento de cada niño a medida que avanza su rehabilitación, lo que permite reducir la degradación muscular y las complicaciones médicas, al mismo tiempo que puede mejorar el bienestar mental y la sociabilidad de los menores.
En 2021, obtuvo la autorización médica. Desde entonces, Marsi Bionics ha crecido a 25 empleados y el exoesqueleto pediátrico ya está en uso en centros de rehabilitación y hospitales de la Unión Europea y México. Los analistas han valorado el mercado de exoesqueletos en 430 millones de euros en 2021 y el crecimiento del proyecto a 2.800 millones de euros para 2026.
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