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Por la mañana, antes del Pleno, en Vox ya sospechaban que su duelo dialéctico con Alfonso Fernández Mañueco (PP) no iba a tener la misma conclusión que el de su partido con Carlos Mazón. Desde Madrid, desde la sede del partido en la calle Bambú, les insistían en que los acuerdos presupuestarios con los populares en Murcia y en Aragón estaban cercanos. En Castilla y León, por el contrario, no hay el más mínimo acercamiento.
La principal diferencia con los demás territorios es que aquí habrá elecciones en un año. Unas elecciones a las que se llegará, probablemente, con otra prórroga presupuestaria, porque las cuentas para 2026 van a tropezar con la misma piedra que las de 2025: la falta de una mayoría que apoye los números de Carlos Fernández Carriedo, consejero de Economía.
Esa fractura se escenificó en el Pleno de este miércoles con un gesto que ha enfadado considerablemente a Vox. David Hierro, portavoz de la formación de Santiago Abascal, reiteró a Mañueco que las premisas que le enviaron en noviembre para negociar los presupuestos siguen vigentes. Es un todo o nada similar al que ha aceptado Mazón en la Comunidad Valenciana. Un documento escueto, con unas premisas y unos ejes que tocan los puntos clave del argumentario de Vox. Le dejó el documento en el atril de la tribuna de oradores.
Con un añadido. «Desde noviembre ha subido la inflación», dijo sarcásticamente David Hierro. En el documento se incluía, esta vez, las enmiendas sobre la ley de publicidad institucional, que incluyen el modelo de televisión autonómica.
En el turno de réplica, Alfonso Fernández Mañueco subió a la tribuna, cogió el papel, hizo un gurruño y lo tiró al suelo. «Señoría, he escuchado atentamente y créame que me sorprende cada día más su actitud. No sé si este debate se lo ha tomado en serio, pero no ha conseguido el resultado que esperaba, está perdiendo puntos para la sucesión», atacó, en referencia a la falta de un candidato 'oficial' en Vox, donde suenan Carlos Pollán y David Hierro como posibles candidatos a la Junta en 2026.
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Mañueco mantuvo la línea fijada con Alberto Núñez Feijóo en su último acto público en Castilla y León, dos semanas atrás. Una línea que trata de marcar distancias con Vox y arañar los votos necesarios como para que en 2026 se pueda conformar un Gobierno sin las ataduras que ha 'padecido' con Ciudadanos, primero, y con Vox, después.
En declaraciones a las televisiones, antes del debate de este jueves, el presidente de la Junta remachó que no aceptará «ni como presidente ni como Gobierno de Castilla y León» lo que considera «imposiciones, amenazas e intentos de chantaje». Desde su entorno recuerdan que Vox se negó a sentarse a negociar los presupuestos y se limitó a enviar sus condiciones sine qua non, lo que se considera un ultimátum que el Ejecutivo de Mañueco no está dispuesto a consentir.
El propio presidente de la Junta reiteró que, como anunció el miércoles, efectuará «una ronda de consultas para hablar de aspectos relativos a la comunidad: presupuestos, financiación autonómica, corredor atlántico, política agraria común, vivienda y otras muchas cuestiones. Eso fue lo que hizo, añadió, que no se tomara 'el papel' que le dejó David Hierro en el atril »como una propuesta formal y seria que esté escrita y negociada desde Castilla y León«.
Por contra, Vox sueña con repetir resultados, volver a ser decisivo y estar en disposición, incluso, de plantear al PP nacional una disyuntiva a todo o nada: investir a un presidente del PP, sí, pero no a Mañueco. El argumento, en este caso, es que no es de fiar porque ha incumplido el pacto de Gobierno. Un pacto que el propio Mañueco tenía en su documentación para el Pleno. Porque la estrategia, en este caso, pasa por demostrar que fue Vox, desde Madrid, quien ordenó romper el Gobierno por un interés demoscópico. En vista de que flojeaban las encuestas, salir de los ejecutivos permitía reconfigurarse de nuevo como oposición y ofrecer un discurso mucho más duro, que en estos momentos le beneficia.
Si la tensión con Juan García-Gallardo había mantenido un cierto tono dentro de la cordialidad, con David Hierro en la Portavocía la situación se ha recrudecido. También con Carlos Pollán, que tiene en su mano acelerar trámites engorrosos para el PP como la ley de publicidad institucional en la que se debatirá el modelo de televisión autonómica o las incompatibilidades de los procuradores con dedicación exclusiva. El choque por su discurso en el acto conmemorativo del estatuto de autonomía también fue sintomático.
Hierro, forjado en la 'cantera' del PP de Palencia, forma parte del núcleo primigenio de Vox desde que Santiago Abascal abandonó en 2014 a los populares. Y sus cruces dialécticos con Mañueco han ganado intensidad desde el primer momento, agudizados por el modo en que el presidente de la Junta atacó la crisis interna de Vox con la salida de los dos procuradores díscolos y las manifestaciones de algunos de los concejales del partido que han mostrado su disconformidad con la dirección nacional.
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