Los no fumadores que viven en áreas contaminadas tienen más probabilidades de padecer cáncer de pulmón que quienes no fuman y residen en zonas con aire limpio. Un artículo publicado este miercoles en la revista Nature demuestra que las partículas de polución ambiental desencadenan una ... respuesta inflamatoria en los pulmones que estimula la proliferación de células del epitemio pulmonar que provocan este tipo de cáncer.
Desde los años 60 del siglo pasado los científicos indagan en el vínculo entre la contaminación y el cáncer de pulmón y hace una década la Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó que 250.000 personas mueren cada año por esta causa. Pero la nueva investigación, que se ha realizado con más de 30.000 pacientes de Reino Unido, Corea del Sur, Taiwán y Canadá, aporta una información muy valiosa al dilucidar los mecanismos implicados en el proceso.
Utilizando modelos de ratón genéticamente modificados, los autores apuntan que la exposición a partículas finas de contaminación ambiental (también llamadas PM2.5 por su tamaño inferior a 2.5 micras) derivadas de la combustión de materiales fósiles dispara la aparición de macrófagos (células del sistema inmune) y de interleuquina-1, una molécula proinflamatoria que a su vez desarrolla las células con mutaciones en el receptor de la hormona de crecimiento epitelial (EGFR), que puede provocar un crecimiento descontrolado de las células tumorales.
Los no fumadores no están exentos de sufrir cáncer de pulmón, ya que esta enfermedad se produce como resultado de errores que ocurren cuando el ADN se replica durante la división celular. Pero las células que han mutado también pueden acumularse durante el envejecimiento sin causar cáncer, como demuestra el hecho de que la mayoría de la población no padezca la enfermedad. Por eso tienen muchas menos probabilidades de sufrir este cáncer que los fumadores, cuyas células están expuestas a un mutágeno: su ADN muestra una firma mutacional distinta que surge por la presencia de componentes inductores de mutaciones del humo del tabaco. Los fumadores no sufren una enfermedad inmediata porque el crecimiento del tumor es lento y la estructura del tejido permanece esencialmente intacta. Pero terminan con un cáncer de pulmón, siguiendo un mecanismo similar, aunque mucho más exagerado, que quienes viven en áreas contaminadas. El problema es que también entre los que residen en áreas con altos niveles de polución, las células pulmonares que han adquirido mutaciones «podrían romper las barreras que normalmente restringen su proliferación», dice la investigación, hasta convertirse finalmente en un tumor.
«Este estudio refuerza trabajos epidemiológicos previos sobre el riesgo significativo de cáncer de pulmón tras la exposición continuada a la polución ambiental y da un paso más al esclarecer los mecanismos implicados», subraya Víctor Briz, investigador Ramón y Cajal del Centro Nacional de Sanidad Ambiental del Instituto de Salud Carlos III.
Este científico destaca que las mutaciones que provocan el cáncer de pulmón «se acumulan de manera natural con la edad y no son el resultado de otros factores ambientales (como por ejemplo el tabaco o la propia contaminación)» y, por «tanto, todas las personas somos susceptibles a ellas». Pero el tabaco y la contaminación aumentan el riesgo, «de ahí la importancia de reducir los niveles de polución ambiental».
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