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«Las partes quieren irse de Bakú con un texto con el que sentirse orgullosos». Con estas palabras, la presidencia de la COP29, en manos del ministro azerí Mukhtar Babayev, ha pedido ante un pleno con medio vacío que se «aceleren» las conversaciones. Las hojas del calendario siguen cayendo, solo quedan dos para llegar al final del cuaderno, para alcanzar el viernes con el cierre de la cumbre. El reloj descuenta ya los minutos y las horas, apenas restan 48 para cerrar la vigésimo novena Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
En los últimos días, los corrillos en los pasillos se multiplican, las idas y venidas de los negociadores se suceden y las ojeras cada vez son más pronunciadas. Este jueves, los ministros designados por la presidencia de la COP29 se han ido con un encargo: «A primera hora de este jueves tendremos unos borradores para que las partes tengan tiempo de estudiarlos y tender puentes». El objetivo es llegar al pleno final del viernes con un consenso entre las 198 partes, pero «vemos muchas posturas divergentes», afirmó instantes después Wopke Hoekstra, comisario europeo para la Acción Climático.
Las negociaciones siguen encalladas en dos puntos clave: la financiación y la mitigación. Las posiciones para alcanzar una nueva meta colectiva global que sustituya a la acordada en 2009 en Copenhague están lejanas. Es el tema estrella de la cumbre de Bakú y la que más expectación está generando.
Hasta el momento, el enfoque en las salas de negociación ha estado en definir la estructura del nuevo montante, tanto la cantidad total como los contribuyentes. Las partes aún no han concretado quién debe aportar dinero. Según el acuerdo de París de 2015, solo los países clasificados como desarrollados cuando se firmó el tratado original, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, en 1992, están legalmente obligados a contribuir a la financiación climática. China y otros países en desarrollo quieren preservar esta distinción. «Una vez definidas las reglas del juego, se podrá dar una cifra», argumentó Hoekstra.
Los rumores que circulan por las instalaciones del Estadio Olímpico de Bakú es que la Unión Europea quiere poner sobre la mesa una meta de 200.000 millones de dólares anuales, el doble de lo prometido en la COP15 de Copenhague.
«Esta cifra no significa ningún nuevo esfuerzo de financiación pública», denuncia Greenpeace España. «Esta cifra no significa ningún nuevo esfuerzo de financiación pública», denuncia Greenpeace España. «¿Es una broma?», preguntaron varios delegados de las partes presentes en Bakú.
El otro punto de fricción, una vez más, son los combustibles fósiles. «Nadie puede borrar lo acordado en otras COP», recordó la delegación europea. En los textos de Dubái, las partes cerraron dejar blanco sobre negro comenzar «una transición lejos de los combustibles fósiles».
Los temas pendientes han sido entregados a los ministros para que puedan usar su influencia política para tratar de lograr acuerdos. Ahora tratan de reducir los corchetes que contienen una amplia gama de opciones de redacción hasta convertirlos en un documento final que pueda adoptarse por consenso al final de la cumbre.
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