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Granos de café. Reuters
El cambio climático amenaza a la bebida favorita global

El cambio climático amenaza a la bebida favorita global

ODS 13 | Acción por el clima ·

Cada día, se beben en el mundo 3.000 millones de tazas de café. Pero los cultivos del cafeto se ven amenazados por la subida de las temperaturas

Raquel C. Pico

Lunes, 10 de julio 2023, 07:51

Es una pieza fundamental de muchos de nuestros rituales cotidianos. Es, para muchos, la bebida con la que se empieza el día. Para otros, la clave para ese momento de paz en el reposo tras la comida. Y también es la excusa que se emplea ... para encontrarnos con otras personas. Tomarse un café es una parte incuestionable de nuestra cotidianidad, pero es una que podría verse afectada por el cambio climático.

«El café es una de las bebidas preferidas por los consumidores», señala Mª Ángeles Möller, responsable de sostenibilidad del café de Nestlé España. «Se estima que cada día, a nivel mundial, se consumen más de 2.500 millones de tazas de café», calcula —la International Coffee Organization (ICO) habla ya de 3.000 millones—, y añade una cifra que demuestra que la pasión cafetera no decae: «En el mundo se consumirá en 2050 un 50% más de café».

Incluso, aunque la incertidumbre económica afecta a los patrones de consumo de café —como acaba de demostrar un estudio de Mintel que parte de datos del mercado estadounidense— los consumidores no van a dejar de consumir esa bebida. La consultora apunta que, en todo caso, se reducirá el consumo fuera de casa y se apostará por tener cafeteras en el hogar que hagan sentir que se bebe lo que habría creado un barista, lo que la industria llama café de cuarta gama.

Pero, para seguir bebiendo café, es necesario cultivarlo. Y ahí es donde entra en juego el cambio climático. El cambio climático tiene efectos directos sobre las superficies de cultivo: a medida que aumentan las temperaturas, los lugares en los que tradicionalmente se cultiva café no dan los resultados esperados. Un análisis de Fairtrade estima que, si las temperaturas suben entre 2 y 3 grados, los cultivos de café arábica —el de mayor consumo— tendrán que irse a lugares a mayor altura. Esto implica subirlos a las montañas, por así decirlo, pero también quizás adentrarse en zonas que ahora son bosques protegidos.

El calentamiento también llevará a que los campos de cultivo potencialmente se reduzcan. Por ejemplo, Fairtrade calcula que el 37% de las tierras productoras en Indonesia dejarían de serlo y que en Brasil se perdería el 25%. Estos dos países son, sumando Vietnam y Colombia, los que tienen el 65% del mercado global del café. El retroceso afectará igualmente a los productores africanos: McKinsey calculaba en 2020 que para 2030 los productores etíopes tendrían más probabilidades de perder el 25% de sus cosechas.

«El efecto del cambio climático y el aumento de las temperaturas podría reducir el área adecuada para el cultivo de café hasta en un 50% para 2050», explica Möller, referenciando a una estadística del Banco Interamericano de Desarrollo. «Además, alrededor de 125 millones de personas dependen del café para su sustento y se estima que el 80% de las familias productoras de café viven en o por debajo de la línea de pobreza», añade, completando la foto de la cuestión. No es solo lo que ocurre con una bebida tan popular, sino todo lo que pasa en un complejo ecosistema.

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El problema es, de hecho, especialmente duro para los pequeños productores de café, ya de entrada menos resilientes contra los vaivenes en los mercados. Un análisis del Banco Interamericano de Desarrollo alerta de que las plagas, los precios del café y los efectos del cambio climático están haciendo que les compense cada vez menos a los agricultores iberoamericanos cultivar café, en una región en la que 14 millones de empleos dependen de estos cultivos.

Como los efectos del cambio climático son globales, ninguna región de cultivo queda al margen de los episodios climáticos extremos. Esto ha hecho, como concluye un estudio de investigadores australianos, que por un lado los doce grandes mercados productores estén afectados y que por otro los riesgos del tiempo para las cosechas hayan ido en aumento. De hecho, en sus cálculos más recientes, la ICO ya culpa, entre otras razones, a las condiciones meteorológicas adversas de la caída de un 1,4% de la producción global de café en el año cafetero 2021/2022.

Igualmente, el cambio climático no solo afecta porque las temperaturas más altas hacen que esté cambiando dónde se puede cultivar, sino también porque posibilita que las plagas que diezman los cafetos sean más intensas y se propaguen más.

Cambiar para no desaparecer

Ahora bien, ¿estamos abocados a tener que decir adiós a nuestra —amada— taza de café? La industria —desde las marcas que comercializan el café hasta los productores que lo cultivan— han puesto en marcha ya planes y acciones para responder a la situación. Si se tiene en cuenta que la industria del café tiene un valor de 495.500 millones de dólares (esas son las estimaciones de Statista para 2023), la desaparición del café no es solo una cuestión de cambios de hábitos, sino algo con efectos económicos importantes. Cada persona consume, prácticamente, una media de un kilo de café al año, también según las cuentas de Statista.

Para responder al cambio de las condiciones de cultivo, los productores están empezando a cambiar las variantes que cultivan. Es lo que hacen ya los agricultores en Uganda, tal y como le han contado a 'The New York Times'. Como les indica Golooba John, uno de estos granjeros, la variante 'Liberica excelsa' funciona incluso con mucho calor. Y según John también sabe mejor. En otros mercados, como en Colombia, están estudiando si los híbridos de semillas logran ser más resistentes a las plagas. Modernizar la agricultura, más colaboración entre todos los implicados y mejoras a nivel institucional podría ser otras de las vías para trabajar mejor en las áreas de cultivo, como África, tal y como apunta un análisis de McKinsey.

«Es necesario tomar medidas para garantizar la sostenibilidad del café»

Ángeles Möller

Responsable de sostenibilidad del café de Nestlé España

Al final, todo se puede resumir en que el propio café debe ser más sostenible. «Es necesario tomar medidas para garantizar la sostenibilidad del café», señala Möller. En su compañía, se han comprometido a invertir con el que han llamado Plan Nescafé 2030 para «impulsar el cambio en toda la industria del café». Ellos hablan de agricultura regenerativa, con suelos más sanos y con más protección a los recursos hídricos y la biodiversidad. «Los suelos más saludables son más resistentes a los impactos del cambio climático y pueden aumentar los rendimientos, ayudando a mejorar los medios de vida de los agricultores», apunta la directiva.

Por supuesto, Nestlé no está sola y otras compañías de la distribución alimentaria están lanzando planes para cambiar cómo se produce el café. Al fin y al cabo, un futuro sin esta bebida resulta demasiado complicado de imaginar.

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